La Tercera

Electrodom­ésticos: Frío misterio

- Mauricio Jürgensen

MÁS que un disco fue un accidente. Una falla en el sistema que ni ellos mismos saben cómo pudo ser editada con algún interés comercial por un sello multinacio­nal. ¡Viva Chile!, el primero de Electrodom­ésticos, se publicó en formato de caset el 7 de septiembre de 1986 y prácticame­nte nadie supo qué hacer con él. Nueve canciones y 45 minutos de una música experiment­al y opresiva y que debe ser lo más críptico que haya lanzado nunca una discográfi­ca con oficina en el país.

Quizás lo único que le permitió a este álbum tener cierta notoriedad -mas allá de los audios de Jimmy Swaggart y Yolanda Sultanafue el notable video que Pepe Maldonado hizo para Yo la Quería, esa del crimen pasional, con guiños al Chacal de Nahueltoro y que permitió que los más entusiasta­s programado­res de la época los sumaran al boom del pop latino que, bien lo sabemos hoy, poco y nada tuvo que ver con lo que hacía este conjunto iniciado en 1984 que básicament­e era crear un lenguaje propio frente a la tragedia ambiental de la dictadura.

Ese debut, lanzado en el Garage de Matucana el 25 de noviembre de ese año, el mismo día del cumpleaños de Pinochet, con apagón e invasión incluida (porque así eran las cosas en esa época), fue el despegue discográfi­co de una banda atípica y que quizás por lo mismo supo envejecer mucho mejor que el resto de sus compañeros de época. Hasta el día de hoy, el grupo que lidera Carlos Cabezas -por estos días entrampado en una polémica a partir del pago que recibió por escribir una canción para una campaña del Gobierno-, goza de un respeto de cierta estatura artística que nunca ha decaído. Y lo mejor de todo es que lo han conseguido sin apelar a esa nostalgia que ha sido tan útil para muchos de sus camaradas.

Al contrario, ni siquiera en esta vuelta en que celebrarán los 30 años de insólito ¡Viva Chile!, este jueves en el Nescafé de las Artes, Electrodom­ésticos replicará el pasado, porque incluso cuando lo citan suenan modernos. Un triunfo nada menor para un grupo que sigue convocando gente, que renueva a su audiencia y que ni siquiera ha mermado su estatus de elegancia artística con sus cambios de integrante­s, el más reciente de ellos de su bajista fundador Silvio Paredes lo que deja a Cabezas como el único de los originales en carrera.

Debe ser porque Electrodom­ésticos es más una marca que una banda. Más un concepto que un proyecto. Una fuerza inesperada que viene influyendo a bandas locales desde mediados de los 90 con los más tempranos Lucybell (alguna vez Claudio Valenzuela deberá admitir que fue el primer gran aprendiz del tono grave de Cabezas) hasta grupos recientes que miran y siguen aprendiend­o de este accidente, de este frío misterio del rock chileno llamado Electrodom­ésticos.

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