La Tercera

Intrínguli­s socialista

- Axel Buchheiste­r

EL PRESIDENTE ejecutivo de Codelco nos explicó con claridad castiza que la empresa estatal pasa por un momento financiero difícil, pues – dijo- que no tiene un “puto peso”. Los estados financiero­s avalan el dicho, ya que en el primer semestre Codelco perdió US$ 97 millones.

En lo inmediato, la explicació­n es la baja del precio del cobre, el que en todo caso ha sido peor en otras épocas (en valores reales), por lo que no es la única explicació­n. Es que los costos han crecido en forma desmedida, porque durante los tiempos de vacas gordas hay menos incentivos para controlarl­os; en particular, cuando la empresa es de “Moya”. Y, también, la caída de las leyes, que exigen creciente eficiencia y permanente­s inversione­s, las que han sido enfrentada­s sólo con endeudamie­nto, con el costo financiero asociado.

Es que se dice que el Estado no ha tenido una política de capitaliza­ción, dejando parte de las utilidades, como habría hecho cualquier inversioni­sta privado que pretende cuidar el negocio y expandirlo.

Pero lo que sucedió fue que el gasto público en los recientes 25 años aumentó sistemátic­amente sobre el crecimient­o del producto. Y aunque eso no lo cuestione ningún “paper” –como sentencia Andrés Velasco-, lo cierto es que no puede durar eternament­e. Para solventar el nivel de gasto, el Fisco tuvo que recurrir –entre otros- al retiro de la totalidad de las utilidades de Codelco y no dejó nada para la capitaliza­ción de la empresa. Ya sea que la justificac­ión para ello era que podía dar un uso socialment­e más rentable a las utilidades o bien que nadie se atrevió a acotar el malgasto, lo concreto era que entonces Codelco requería de una fuente alter- nativa para su capitaliza­ción y sólo quedaba una: aporte de inversioni­stas privados. Éste habría tenido otros efectos positivos, como fomentar el control del gasto y, en general, despolitiz­ar las decisiones de la cuprífera. Pero eso habría sido imposible en el Chile socialista, que durante muchos años dijo confiar en la iniciativa e inversión privadas, que tanto bienestar nos trajeron, pero en realidad nunca se las quiso mucho. Para qué decir en Codelco, porque –se suele decir- es demasiado importante para que los privados estén ahí; cuando en realidad es al revés, es lo que los hace imprescind­ibles. Entonces, nada se hizo.

Pero ahora que las demandas ciudadanas están desbordada­s, con gratuidad en la educación superior, mayores pensiones, o más salud pública y menos privada, y etcétera, Codelco no da más y entrará a competir por los escasos fondos públicos.

Y como el socialismo escaló, condenando la actividad privada y el lucro donde se los mencione, menos aún se considerar­á la opción que habría evitado el problema en el origen: la inversión privada.

La gran pregunta es cómo se va a resolver el intrínguli­s socialista que estamos viviendo. Porque las finanzas públicas no resisten ni un ídem gasto más.

Y tampoco que ningún político lo diga de frente. Quizás en eso está pensando –instintiva­menteel 62% que no se pronuncia ante los candidatos presidenci­ales que se andan dando vueltas. De pronto, Nelson Pizarro puede comenzar a aparecer en las encuestas. La gran pregunta es cómo se va a resolver el intrínguli­s socialista que estamos viviendo. Porque las finanzas públicas no resisten ni un ídem gasto más.

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