Lagos versus Lagos
QUE NUESTRA política esté convertida en un concurso de popularidad y que, por lo mismo, sacralicemos los resultados de cuanta encuesta o sondeo de opinión llega a nuestra manos, pareciera predisponernos hacia cierta naturalización del debate público, como si la política justamente no consistiera en la capacidad para alterar la realidad y generar mejores condiciones para perseguir un determinado fin. De esa manera, ya estamos sacando apresuradas conclusiones sobre los futuros escenarios electorales, cuando dos de cada tres personas no manifiestan ninguna preferencia todavía, amen de la dificultad predictiva que tienen estos instrumentos después de haberse aprobado el sufragio voluntario.
Un caso emblemático es el que afecta a Ricardo Lagos Escobar.
Es cierto que el expresidente se ha encontrado con más dificultades de las que probablemente sopesó. También es correcto que representa un modo y una estética que a ratos choca con los usos políticos en boga. Hay, además, una brecha generacional significativa con un conjunto de líderes políticos cuya aparición e influencia han marcado un significativo cambio en la orientación y tono del debate político. No son pocas las mochilas o temas incómodos que deberá abordar en caso de saltar al ruedo de la competencia electoral. Sin embargo, y en lo que parece evidente, no hay ningún modo de soslayar estos y otros costos si de verdad hay una genuina aspiración de volver a ser Presidente de la República y así intentar liderar un proyecto que resignifique la imagen, el sentido y el aliLA caído prestigio de la causa progresista.
Pero quienes pretendieron que por el sólo hecho de su recuerdo o legado, sumado al mal desempeño de este gobierno, iba a ser razón suficiente para generar en torno a su figura un espontáneo sentido común de lo que debe ser el futuro de la centro izquierda, no sólo están absolutamente equivocados sino que también comprenden poco y nada de lo que ha ocurrido en el Chile de los últimos años. Porque si hay un signo de los tiempos en materia política, éste consiste justamente en la necesidad y obligación de reconcursar, dar razón de sus dichos, hablar claro y explicitar intenciones, bajar al ruedo de la competencia y así, en igualdad de condiciones con los otros aspirantes, sin ventajas o prebenda alguna, procurar tener un mejor desempeño en la difícil tarea de reencantar a los ciudadanos y ganar sus preferencias. Mal podría Lagos haber tenido un mejor desempeño en los sondeos, si la gran mayoría de los encuestados no sabe si realmente va o no a ser candidato. Se acaba el tiempo de los eufemismos y de lo políticamente correcto. Su sombra no sólo le pesa a la coalición sino que también a él, ya que si hay un alto costo que podría pagar el expresidente, es justamente repetir un libreto de ambigüedades que finalmente lo lleven a renunciar cuando también ya sea demasiado tarde para otros.La carrera presidencial se inició y Lagos se aproxima al punto de no retorno. Cualquiera sea la decisión, ésta debe explicitarse ahora. La carrera presidencial ya se inició y el expresidente Ricardo Lagos se aproxima al punto de no retorno. Cualquiera que sea la decisión, ésta debe explicitarse ahora.