Instituto Nacional
Señor director:
Es duro, pero hay que decirlo. En democracia se está consiguiendo el fin del Instituto Nacional (IN) como liceo de excelencia y vanguardia de la educación pública. Sus fortalezas históricas le permitieron mantener durante el régimen militar su condición especial. No era cualquier liceo. Ahora está en vías de serlo.
Desgraciadamente, no fue posible hacer ver que la existencia del IN y otros liceos llamados emblemáticos, trasciende ampliamente la discusión técnica sobre calidad de la educación. El tema de fondo tiene que ver con algo todavía más fundamental: las formas de generación y reproducción de la élite gobernante.
El ingreso al IN, siempre difícil y disputado, generaba un vínculo especial con el servicio público, el progreso, la defensa y la dirección de la nación. Esto es lo que se está destruyendo. El IN no se hizo grande vendiendo educación de calidad. Su grandeza tuvo que ver con el mérito y no con el poder del dinero. Allí aprendíamos a conocernos entre jóvenes de los más variados estratos sociales. Nos sabíamos parte importante de la arquitectura republicana.
Aquí radica la principal pérdida. En el Chile mercantilizado que hemos construido, la élite gobernante provendrá de manera abrumadoramente mayoritaria de la educación particular pagada con fuerte sesgo religioso. Ese sector realiza una contribución importante a la educación, pero no es ni podrá ser la educación meritocrática sobre la cual fundar una República en serio. que fue lo que recomendó la Comisión Engel”, quisiera hacer la siguiente aclaración.
Las propuestas de la Comisión Engel parten de la base de que “la formación (ciudadana) debe estar en el alma de nuestro sistema educacional, que busque formar personas con conductas éticas y democráticas, para que sea una institución clave en la prevención de la corrupción, los conflictos de interés y el tráfico de influencias”. Sobre esta consideración, la Comisión propone “incluir la formación ciudadana en las bases curriculares como una habilidad que se adquiere de manera progresiva desde el Segundo Nivel de Transición, hasta el cuarto año de Educación Media —partiendo por la necesidad de promover una mayor confianza interpersonal—, apoyando la formación de sujetos cada vez más autónomos y críticos en sus diferentes grados de pensamiento, acción y autoconocimiento”.
La propuesta curricular que hoy está en etapa de desarrollo busca recoger la indicación de varias formas. En primer lugar, sitúa en la base de la formación general el fomento de la reflexión ciudadana y ética de los estudiantes, adecuándola a sus contextos y problemas, buscando desarrollar habilidades de reflexión profunda y pensamiento crítico en torno a temas relevantes. En segundo lugar, la propuesta ofrece a todos los estudiantes de III y IV medio oportunidades de aprendizaje en formación ciudadana y pensamiento crítico. De este modo toma en cuenta una recomendación muy relevante de la Comisión Engel; sin embargo, la posibilidad de recoger esta recomendación en una asignatura específica es propia de un proceso en desarrollo, y no fue sugerida por la Comisión.
Es importante aclarar también que se está trabajando en una propuesta que releva los aportes de la Filosofía y el pensamiento crítico durante toda la trayectoria de la educación media, enfatizando la relevancia de la formación de ciudadanos integrales.
La igualdad es la justicia de Ulpiano: vivir honestamente, es decir, menos corrupción y sencillez en los estilos de vida; no dañar a nadie, evitar el perjuicio y dar a cada cual lo suyo (remuneración, educación, salud, vivienda y pensiones). El problema no es de igualdad, es de justicia. nos han precedido.
En resumen, podríamos decir que la filosofía –y por extensión, las humanidades- juega un rol preponderante en la construcción de una sociedad mejor.
Martha Nussbaum lo resume magistralmente en su libro Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades,