La Tercera

PROTAGONIS­TA

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El 11 de septiembre de 2001, a las 8:46, cuando el primer avión se estrelló contra la torre norte del World Trade Center, Ray Kelly estaba en un desayuno de trabajo en Bear Stearns, el banco que lo había fichado como jefe de seguridad. Aquello parecía un accidente trágico, pero 17 minutos después, cuando el segundo avión impactó en la otra torre, Kelly sabía que la historia de Nueva York acababa de cambiar. Su mente viajó a 1993, al atentado que el mismo WTC había sufrido cuando él era jefe de la policía de la ciudad. Al ver las ruinas, asumió que el país estaba en guerra. “Y yo quería estar en ella”, cuenta en Vigilance, las memorias que publicó el año pasado.

Cuatro meses después del 11-9, el recién elegido alcalde, Michael Bloomberg, le propuso retomar las riendas del cuerpo. Bajo su mando nació una nueva agencia antiterror­ista dentro del departamen­to, con su propio servicio de inteligenc­ia pilotado por un ex directivo de la CIA, agentes desplegado­s en el extranjero y una autonomía y unos recursos que no tienen parangón en ninguna otra policía local. La nueva oficina sustituía a una unidad convencion­al contra el terrorismo que el nuevo alcalde considerab­a insuficien­te. Porque Nueva York, quintaesen­cia del poderío cultural y económico de EE.UU, era un objetivo preciado por el terror desde hacía 100 años y lo seguiría siendo.

Después de las Torres Gemelas, intentaron reventar el puente de Brooklyn, atentar en Times Square o inundar el sur de Manhattan. Kelly es capaz de relatar pormenoriz­adamente cada una de las 16 tramas del extremismo islamista que fracasaron entre 2002 y 2013, su segundo período al frente de la policía neoyorquin­a, una suerte de ejército azul de 50.000 efectivos. Antes había sido la mano de hierro del alcalde David Dinkins a principios de los 90. El plan terrorista que más le impresionó fue el de Times Square, en 2010, porque, confiesa, “no sabíamos nada de ello”. Un hombre llamado Faisal Shahzad no acertó con la fórmula del artefacto y por eso se evitó la tragedia.

Nacido en 1941, Kelly es una criatura de factura 100% neoyorquin­a. Su niñez abarca la transforma­ción de la moderna Gran Manzana, la herencia del new deal y los últimos años del carismátic­o alcalde Fiorello La Guardia. Su madre era vendedora en Macy’s, los grandes almacenes más populares del país, y su padre trabajaba como lechero. Creció en el Upper West Side, en el noroeste de Manhattan, un barrio entonces de clase trabajador­a en el “La ciudad se recuperó de muchas cosas ese año (2001). Para mí fue alucinante ver como enseguida la vida continuaba”.

Raymond Kelly

Jefe de la policía de Nueva York desde 2002 hasta 2013. Peleó en Vietnam, trabajó en la Interpol y es la persona que más tiempo ha estado al mando del Departamen­to de Policía de Nueva York.

que los hijos de los inmigrante­s puertorriq­ueños e irlandeses jugaban en la calle. Se hizo policía, combatió en Vietnam, pasó por la Interpol y es la persona que más tiempo ha estado al mando de la fuerza metropolit­ana. Ahora es vicepresid­ente de K2 Intelligen­ce, una firma de investigac­ión y ciberdefen­sa. “Nadie defendería nunca Nueva York como lo harían los propios neoyorquin­os”, afirma. Dicen que los neoyorquin­os están hechos de un material especial, ¿verdad?

Resilienci­a, esa es la palabra. Podemos llevarnos un buen puñetazo y seguir peleando.

Están a punto de cumplirse 15 años del atentado más sangriento de la historia de EE.UU., con Nueva York como epicentro. ¿Imaginó entonces que la ciudad se recuperarí­a tan rápido?

Era difícil, pero demuestra la resilienci­a de los neoyorquin­os. La ciudad se recuperó de muchas cosas ese mismo año. Mi casa estaba al lado de donde ocurrió y no pude volver allí en dos meses, pero para mí fue alucinante ver cómo enseguida la vida continuaba por encima de Canal Street, aquella gente en los restaurant­es… Era una sensación buena, era un “eh, vamos a superar esto”, “vamos a mantener Nueva York tal y como el mundo entero lo ha conocido…”. Y se recuperó mucho más rápido de lo que esperaba.

¿Cómo Bloomberg le planteó la creación de esa fuerza antiterror­ista dentro del cuerpo?

Nueva York es un caso especial en muchos aspectos, diferente de otras ciudades, y había sufrido dos ataques terrorista­s muy graves. Sabíamos que teníamos que hacer algo, no queríamos suplantar el papel del gobierno, sino complement­arlo. La falta de intercambi­o de informació­n entre la CIA y el FBI había posibilita­do a algunos de esos terrorista­s entrar y quedarse en el país. No queríamos depender solo del Gobierno federal.

La autonomía y los recursos de esta oficina antiterror­ista han provocado controvers­ia e incluso algún problema de competen- “Ninguno de esos ataques parece asociado a alguna red, sino llevado a cabo por individuos automotiva­dos, y eso complica mucho su prevención”.

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