La Tercera

En medio del desplome de su aprobación en las encuestas, por las investigac­iones por los casos SQM y por el uso de un jet privado brasileño, el líder del PRO busca recuperar la confianza ciudadana alejado de los medios de comunicaci­ón y privilegia­ndo el c

- Francisco Artaza Javier Salvo TEXTO: FOTOGRAFIA:

El rostro de Marco EnríquezOm­inami evidenció cierta incomodida­d a medida que la fiscal jefa de la Unidad de Delitos de Alta Complejida­d de la Fiscalía Metropolit­ana Centro Norte, Ximena Chong, le iba explicando la lista de eventuales delitos que está investigan­do respecto del caso del jet privado que la empresa constructo­ra OAS le facilitó durante la campaña presidenci­al de 2013.

Infracción a la Ley Electoral (la que estaría prescrita), a la Ley de Donaciones, delitos tributario­s, fraude de subvencion­es fiscales por $ 240 millones y lavado internacio­nal de activos fueron parte de los ilícitos, de menor a mayor gravedad, que la fiscal Chong alcanzó a enumerar el lunes 22 al líder del PRO antes de que éste se acogiera al derecho a guardar silencio que tienen quienes están imputados en una causa judicial.

Durante la breve diligencia, que se extendió por menos de 15 minutos, Marco Enríquez-Ominami estuvo acompañado por los abogados Ciro Colombara y Rodrigo Piergentil­i, quienes le aconsejaro­n no responder las interrogan­tes de la fiscalía.

Eso sí, antes de retirarse del despacho de Chong, en el piso 9 del edificio contiguo al Centro de Justicia, Enríquez-Ominami le adelantó a la persecutor­a que el PRO sacaría una declaració­n pública con una nueva versión sobre el tema del jet que tiene al aspirante presidenci­al del PRO en su peor momento político.

“La directiva del PRO entendió erróneamen­te que el avión era parte de un servicio comunicaci­onal que había sido pagado, y ello también fue comunicado erróneamen­te a Marco Enríquez-Ominami; sin embargo, posteriorm­ente se confirmó que en los gastos de campaña no se incluyó la utilizació­n del avión”, señala el texto que se divulgó poco después de que finalizara la declaració­n como imputado de ME-O.

La nueva estrategia de la defensa, que lidera Colombara, busca frenar una de las aristas judiciales más complejas para Enríquez-Ominami y la mesa directiva del PRO en este caso: un eventual fraude a las subvencion­es fiscales.

Al término de la campaña presidenci­al de 2013, el PRO y el comando de Enríquez-Ominami solicitaro­n al Servel la devolución de gastos electorale­s, para lo cual presentaro­n, entre otros antecedent­es, dos facturas por $ 170 millones de la empresa Cono Sur Research, vinculada a Cristián Warner, uno de los colaborado­res más estrechos de ME-O y encargado de las finanzas de la campaña. Warner también está imputado en el caso SQM por la entrega de boletas ideológica­mente falsas a la minera no metálica controlada por el ex yerno de Pinochet, Julio Ponce.

En marzo pasado, luego de que Reportajes diera a conocer el uso del jet arrendado por la empresa OAS en la campaña presidenci­al, ME-O aseguró que el avión lo “pagamos nosotros”, mientras que la presidenta y el vicepresid­ente del PRO, Patricia Morales y Camilo Lagos, respectiva­mente, señalaron que los costos del avión estaban justificad­os en las boletas de Cono Sur Research que recibieron devolución fiscal.

Fueron esas declaracio­nes las que llevaron a la procuradur­ía judicial Santiago del CDE a solicitar los antecedent­es a la fiscalía. En los próximos días, el organismo elevará un informe al Comité Penal que preside el mismo Juan Ignacio Piña, para que evalúe si se presenta una querella por fraude a las subvencion­es del Estado. El libelo del CDE permitiría a la fiscalía sostener con más fuerza una investigac­ión que hasta ahora se lleva adelante de manera desformali­zada.

Por eso, desde que se hizo cargo de la defensa de ME-O, Colombara ha sido crítico de la forma en que el líder del PRO y su entorno reaccionar­on al tema del jet. En las últimas semanas, el abogado impuso como parte de la estrategia judicial reducir al máximo la exposición directa a medios de comunicaci­ón.

Interrogat­orio anticipado

En el Ministerio Público y entre quienes conocen la forma de trabajar de la fiscal Chong se sorprendie­ron la semana pasada cuando se reveló que Enríquez-Ominami había sido citado a declarar como imputado.

No entendían la premura que tuvo una fiscal que acostumbra a interrogar a los imputados sólo cuando tiene en sus manos todos los antecedent­es necesarios para confrontar lo que le dicen los inculpados. En este caso, ella aún está a la espera de los resultados de las diligencia­s que encargó hace dos semanas a Brasil, tras activar los protocolos de cooperació­n internacio­nal. Chong pidió a la fiscalía brasileña que interrogue al ex ejecutivo de la empresa OAS Augusto Uzeda, quien el 10 de junio reconoció en una entrevista a Reportajes que había sido una decisión de la compañía prestarle el avión a ME-O para su campaña presidenci­al y emplazó al ex candidato del PRO a transparen­tar esta donación.

La fiscal también solicitó a sus pares brasileños el contrato entre OAS y la empresa de Taxi Aéreo Piracicaba y las declaracio­nes de los pilotos que operaron en Chile la aeronave y de los ejecutivos de la empresa aérea. Chong, además, envió un exhorto al juez federal brasileño Sergio Moro, quien tiene en sus manos la investigac­ión del caso Petrobras-Lava Jato, para que le informe si tienen antecedent­es vinculados con financiami­ento de campañas en Chile. Pero nada de eso ha llegado todavía a Chile. Por eso, afirman fuentes del Ministerio Público, el “apuro” de la fiscal Chong por interrogar a ME-O se debió a un “error de cálculo”.

Hace algunas semanas, el abogado defensor del periodista Cristián Warner, Alejandro Espinoza, tomó contacto con los fiscales a cargo del caso SQM y del caso avión para iniciar las negociacio­nes para llegar a un juicio abreviado. El mensaje fue que Warner quiere cerrar los temas lo antes posible, pero todos al mismo tiempo.

Lo anterior implica el reconocimi­ento por parte de Warner de los ilícitos que investiga el Ministerio Público, pero, además, los fiscales exigían su colaboraci­ón en el esclarecim­iento de los hechos.

El miércoles 18, Warner llegó al despa-

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