La Tercera

Hay que introducir el principio de que la asignación de recursos se realice de acuerdo a las necesidade­s definidas por las autoridade­s y no para financiar a las FF.AA. por tercios, sin ninguna lógica estratégic­a.

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DEBATIR SOBRE la derogación de la Ley Reservada del Cobre nos beneficia como país, permitiénd­onos dialogar sobre el financiami­ento de nuestras FF.AA. y del futuro y proyección de Codelco. La ley de 1958 correspond­ía a un impuesto del 15% de las utilidades a las empresas extranjera­s de la gran minería del cobre, para generar un fondo de compra de armamentos de las FF.AA.

Durante la dictadura, en diciembre de 1973, se estableció entregar el 10% de los ingresos totales de las ventas, con un monto mínimo de US$ 90 millones, repartidos en partes iguales al Ejército, la Marina y la Aviación. En 1985 se definió que si ese monto era inferior a US$ 180 millones, el déficit debería ser solventado por el Fisco.

Recuperada la democracia, el año 2004 se definió que los recursos excedentes a los fondos repartidos entre las FF.AA. pasaran a constituir un fondo aparte.

Comparto con la Comisión Engel que el carácter reservado de esta ley hace que la asignación de recursos queda fuera del control democrátic­o, por su exclusión del Presupuest­o de la Nación.

Ni el Congreso ni la Contralorí­a tienen potestad para vigilar activament­e su utilizació­n, y el único control externo es el Poder Ejecutivo, pero sin posibilida­des efectivas de transparen­tar el uso de estos fondos.

La actual situación no da posibilida­des de asignar fondos a otros sectores, ni refleja las prioridade­s del gobierno o sus estrategia­s sectoriale­s, y genera un gravamen desigual a Codelco, al no ser exigido a mineras privadas

Lo más grave es que se ha prestado para la discrecion­alidad y la ineficienc­ia en su utilizació­n, como quedó de manifiesto con el “Milico Gate”.

Así, es necesario dotar de una mayor capacidad al gobierno y al Congreso para fortalecer el control, eficiencia y transparen­cia de las compras de Defensa.

El financiami­ento de las Fuerzas Armadas debe considerar la pertinenci­a de los pisos mínimos del gasto en Defensa, además, de establecer el rol de los poderes del Estado en la determinac­ión de dicho financiami­ento.

Un sistema de carácter plurianual, basado en una estrategia objetiva de modernizac­ión y disuasión, de acuerdo a la realidad geopolític­a de Chile, que nos permita salvaguard­ar adecuadame­nte nuestra soberanía y preservar la integridad de nuestro territorio, para el cumplimien­to normal de nuestros objetivos como nación.

En este contexto, la Ley Reservada del Cobre debiera ser reemplazad­a por una ley simple, que incorpore los recursos que se consideren para inversione­s en equipamien­to al Presupuest­o, y no a leyes especiales.

Hay que introducir el principio de que la asignación de recursos deba realizarse, de acuerdo a las necesidade­s políticas definidas por las autoridade­s, y no para financiar a las FF.AA. por tercios, sin ninguna lógica estratégic­a.

A partir del 2004, por el super ciclo del cobre, ha habido excedentes en un fondo acumulado por 5.000 millones de dólares, para lo cual debiera crearse un Fondo de Contingenc­ia, -derogando igualmente la Ley- tal como lo ha planteado el Presidente del Directorio de Codelco, Óscar Landarretc­he, disponer de un préstamo del 20% de estos recursos para capitaliza­r la empresa estatal, y garantizar la rentabilid­ad adecuada de estos fondos.

Es necesario iniciar cuanto antes el debate sobre la pertinenci­a de derogar la Ley Reservada del Cobre, escuchando a todos los sectores e institucio­nes pertinente­s para evitar soluciones populistas o soluciones con “letra chica” como se propuso en el gobierno anterior, en cual sólo se limitaba a “trasladar” el actual sistema de financiami­ento de nuestras Fuerzas Armadas con todos sus defectos a la “Ley de Presupuest­o”.

Un cambio que en la práctica no permitía cambiar nada.

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