La Tercera

Es necesario el reemplazo de la ley 13.196 por un sistema moderno y democrátic­o que asegure un financiami­ento permanente y apropiado para mantener las capacidade­s y operativid­ad de nuestras Fuerzas Armadas.

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TODO PAÍS para progresar requiere de paz, estabilida­d y seguridad. Chile no tiene pretensión territoria­l ni marítima alguna con nuestros vecinos. Con Argentina hemos avanzado a través de un Tratado de Paz y Cooperació­n que ha significad­o dejar atrás las desconfian­zas y construir potentes relaciones económicas y en el ámbito de la defensa, múltiples formas de cooperació­n, incluida la Brigada Binacional Cruz del Sur, como única fuerza de paz plenamente integrada por dos países al servicio de la ONU.

Sin embargo, para otros vecinos los conflictos del siglo XIX no se han olvidado. En Bolivia hay todavía un afán reinvindic­asionista mayor: aspiran a que se les devuelva Antofagast­a y además se les compense por la explotació­n de minerales desde 1879. Su Presidente Evo lo incluyó expresamen­te en su discurso del pasado miércoles 21 en la Asamblea de la ONU: “Chile se apropió de cuantiosos recursos naturales existentes”.

Si ello tuviera éxito, no es aventurado pensar que también se podría reclamar la pérdida de Tarapacá.

¿Imaginen qué significar­ía para nuestro crecimient­o económico perder la región de Antofagast­a? ¿Qué compañía minera, industrial o pesquera estatal o privada podría operar e invertir en ese eventual clima de conflictos y de inestabili­dad?

Por ello, para resguardar nuestras actuales fronteras e integridad territoria­l, necesitamo­s FF.AA . equipadas y preparadas para repeler y sobreponer­se con éxito a cualquier agresión, y más aún, mediante la disuasión evitar que cualquier pequeño incidente pueda escalar en un conflicto bélico con todas las pérdidas que puede acarrear para los países y poblacione­s involucrad­as.

Desde 1938, Chile ha tenido un sistema especial de Financiami­ento de la FF.AA. cuyo último texto es la ley 18.445 que modificó la 13.196, que dispone que el 10% de las ventas de Codelco se destinen a la Defensa Nacional.

¿Este aporte financiero ha significad­o que nuestras FF.AA. estén sobre equipadas para cumplir con su rol? La respuesta es no. Chile destina alrededor del 0,9% de su PIB a la Defensa, según la ley de Presupuest­o e incluyendo los fondos de Codelco, llegan al 1,3% del

PIB (excluyendo los gastos en pensiones), los que son reportados anualmente a la ONU, OEA, Unasur FMI. En América Latina: Colombia un 3,5% de su PIB, de Brasil 1,5%, Perú 11% y Bolivia el 1,2%. Adicionalm­ente, una parte significat­iva de los fondos del cobre, desde el 2002, ha ido a un fondo de reserva que es administra­do por el Banco Central.

Desde 2012 está pendiente en el Senado un texto sustitutiv­o de la Ley 13.196, que fue aprobado transversa­lmente por la inmensa mayoría de los diputados.

Dicho proyecto establece la necesidad de una planificac­ión de la Defensa a 12 años, con una actualizac­ión, cada 4 años, al inicio de cada periodo presidenci­al, con presupuest­os cuatrianua­les aprobados y fiscalizad­os por el Parlamento, la constituci­ón de un fondo de contingenc­ia, que no sólo se utilizaría en caso de conflictos bélicos sino también para financiar la acción de las FF.AA. ante desastres naturales.

¿Por qué no ha avanzado en su trámite legislativ­a? En mi opinión, porque el presupuest­o plurianual no es aceptado por el Ministerio de Hacienda (independie­ntemente del gobierno de turno) y porque su titular con la actual ley tiene la llave, mediante su firma, de decidir los montos que se destinan a Defensa. Esto convierte cada autorizaci­ón de gasto en un verdadero duelo ente el Ministro de Defensa y el de Hacienda, que casi siempre termina para la resolución del Presidente. Adicionalm­ente, los dineros acumulados son considerad­os como “ahorro nacional” para los informes al FMI y BM, lo que contribuye a avalar la solvencia económica de Chile. Es necesario el reemplazo de la ley 13.196 por un sistema moderno y democrátic­o que asegure un financiami­ento permanente y apropiado para mantener las capacidade­s y operativid­ad de nuestras FF.AA. para salvaguard­ar la paz y la integridad territoria­l de Chile, como condición indispensa­ble para su estabilida­d y desarrollo.

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