La Tercera

El sobrevivie­nte Pereira

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Guillermo Pereira está en Cali; pero podría estar en Santiago. Mito va a llegar al Colombia Classic que parte este jueves como líder del PGA Latinoamér­ica; y perfectame­nte podría ni siquiera estar jugando este circuito. Pereira ya es el dos de Chile en el ranking mundial y eso que estuvo a punto de jamás ser profesiona­l.

No es una ni son dos, sino varias las decisiones, los días clave en su vida, caminos -que parecían acertados o errados- que lo tienen hoy como la revelación del golf continenta­l, aunque haya parecido, en más de una oportunida­d, que dejaba todo de lado.

Mito, nacido en marzo de 1995, fue Jugador del Año en Golf Juniors en todas las categorías; tercero en el Doral 2004; finalista del Junior World 2005; ganó el Optimist en 2006 y fue segundo en 2008; misma ubicación que consiguió en el British Open Junior de 2010. Con 13 años, fue cuarto en el Sudamerica­no Sub 18 y jugó el adulto, en 2008 y en 2010.

Después de llenar su pieza de trofeos, la familia Pereira Hinke decidió que Mito iría al colegio en Estados Unidos, a una academia donde, junto con libros y cuadernos, aprendiera los secretos del juego.

Pero sólo alcanzó a estar cinco meses en la Academia de David Leadbetter, en Florida (donde, claro, ganó un torneo escolar). “No lo pasé bien y me quise venir, echaba de menos”, contaba entonces.

Siguió el colegio en Chile y jugando, pero luego vino la peor crisis. En los pasillos del Club de Polo San Cristóbal era un secreto a voces que Mito quería retirarse, no lo veían hacía tiempo pegar pelotas.

Era febrero de 2012, a semanas de cumplir la mayoría de edad, su padre sufría una enfermedad complicada, que “hace que el Mito ande en otra”, como recuerda un cercano. “Ha pensado en el retiro y nadie quiere eso”, contaba.

Encima, la familia había vendido las acciones del club, pero ese no fue problema para que el joven siguiera jugando en sus exclusivos links, pues la institució­n le abrió las puertas sin costo.

No fue golpe definitivo para Mito, quien volvería a jugar, ahora de la mano de Eduardo Miquel, el coach con que reemplazab­a a Javier Pasiecznik, quien lo había siendo un niño. Edo ya trabajaba en un nuevo swing para Pereira a mediados de 2013, trabajo que comenzó a dar frutos ese mismo año, cuando ganó la serie adultos del Abierto de las Brisas de Chicureo.

Ahí comenzó otra historia que no terminaría bien: todos aconsejaba­n al golfista irse a la universida­d a Estados Unidos: las becas llovían. “Todos me dicen que me vaya a Estados Unidos, que es lo mejor, pero no sé si es lo que yo más quiero”, declaraba Pereira en esa época.

Y no lo era. Después de sólo un año en Texas Tech, donde compartió con Matías Domínguez, decidió dejarla y hacerse profesiona­l. “Tenía planificad­o estar uno o dos años, para estar más familiariz­ado con golfistas buenos. En Texas había mucho viento”, explicaba.

Mito decía eso justo antes de dar el paso más acertado de su carrera. En medio de críticas por haberse hecho rentado hacía menos de un mes, recibió una invitación para jugar el Abierto de Chile 2015, a fines de octubre. Era en los propios pastos de Los Leones y ahí fue el mejor chileno (cuarto), logrando de manera holgada uno de los 25 cupos de invitación para el siguiente torneo.

Así entró al circuito que ahora lo tiene como el mejor del año, una experienci­a que otros golfistas no podrán repetir, pues no sólo el Abierto de Chile dejó de ser fecha del PGA latino, sino que ningún campeonato del país forma parte de algún tour internacio­nal.

Los cuatro top 5 seguidos en el circuito dejaron a Pereira por primera vez dentro de los 500 mejores del ranking mundial y como el número dos de Chile. Posiciones que se ha ganado, pero en que perfectame­nte podría no estar.b

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