Arcis no es la Chile
GRAN PARTE del problema de nuestras universidades es que trascienden en las noticias, casi siempre, por razones no académicas: por tomas y paros (violencia incluida); por pérdidas y escándalos financieros (mala gestión, a veces delictual); por publicidad engañosa (típico en esta época del año); por supuestos “compromisos” con la sociedad y porque desde ahí se pretende corregir la historia del país y la humanidad (obvio que absurdo); en definitiva, porque, sumidas en tan calamitoso estado, no atinan sino a agudizar la descomposición en que están, y que algunos llaman “crisis” (suena no tan grave), mientras otros hasta más vivos se aprovechan de ello.
En ese contexto la noticia del rector Ennio Vivaldi manifestando que la Universi- dad de Chile estaría “disponible” a recibir a alumnos de la U. Arcis resulta inquietante, aunque no sorprendente. Estudiantes en situaciones similares, acogidos a granel por otras instituciones, como si se tratara de un traspaso de “cartera de clientes”, ya ha ocurrido, pero no entre universidades de desigual historia, exigencia y reputación. Equiparación tan desproporcionada –me informan que en Derecho en Arcis se entra con 300 puntos en la PSU, mientras que a Psicología, por lo bajo, se contentan con 200— solo rebaja aún más los estándares de la UCh, uno de los principales planteles nacionales.
La UCh ha aceptado todo tipo de bonificaciones en su desmedro antes, pero no a esta escala. En tanto señal de mercado, una medida así puede serle fatal. Dudosamente, potenciales alumnos excelentes, acostumbrados a com- petir por mérito, van a suscribir razones como las del rector quien dijera que, así, se “garantiza el derecho a la educación” en Chile. De nada ayuda tampoco que Vivaldi salga diciendo que la UCh está interesada en adquirir un inmueble de Arcis en calle Huérfanos para resolver carencias en infraestructura interna. Es más, se expone el señor rector a que se le representen otras dudas: ¿Si en vez de Arcis hubiese sido la U. Bernardo O´Higgins, existiría tan buena voluntad en querer resolverle un lío al Mineduc?, e ¿incide que Arcis haya sido alguna vez del Partido Comunista? Recordemos lo que ha dicho de esa etapa antes de la debacle final, Gabriel Salazar, ex profesor de Arcis y hoy de la UCh: “Si pensabas distinto, te echaban”.
Una última salvedad. Si para este paso se ha señalado a la Chile es porque sirve de modelo y punta de lanza de ese otro escenario que está ocurriendo en otros países, el de las fusiones y clústeres (i.e. “Mergers and Acquisitions”, apróntense), aunque en países serios es para reforzar la competitividad científica, no siendo el caso de UCh-Arcis. Es que los estatistas, y los hay (en este gobierno le dieron el Premio Nacional de Educación al artífice de la ENU), no están por quedarse fuera del mercado competitivo que se nos viene. Buenas o malas, a las universidades intervenidas o estatizadas, el Estado las va a socorrer. Si mañana llegan a cerrar la UCh, ¿sus estudiantes terminarán en la Umce o en la Utem? Si mañana llegan a cerrar la Universidad de Chile, ¿sus estudiantes terminarán en la Umce o en la Utem?