La Tercera

Certeza jurídica en el derecho de propiedad Aunque es valorable que el ministro de Hacienda haya hecho un llamado a preservar este principio, es llamativo que una materia antes incuestion­ada ahora deba ser objeto de una defensa explícita.

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ESTA SEMANA el Ministerio de Hacienda convocó a expertos del BID y académicos internacio­nales para recoger la experienci­a de otros países en procesos constituye­ntes. Esto se produce luego de que el gobierno decidiera mantener como prioridad de esta administra­ción el desarrollo de una nueva Constituci­ón. En la oportunida­d, el ministro de Hacienda señaló que “la certeza jurídica en la protección del derecho de propiedad es clave para el desarrollo del país”, palabras en las que parecen subyacer los temores que se han desarrolla­do en el sector privado a raíz de una serie de iniciativa­s legales llevadas a cabo en el último tiempo que, en vez de fortalecer la certeza jurídica en nuestro país, la han debilitado, lo que resulta un retroceso en nuestra tradición institucio­nal.

Es valioso que el ministro haya expresado una preocupaci­ón por cuidar uno de los activos más importante­s del país –y que ha sido un elemento diferencia­dor en América Latina- como es la protección del derecho de propiedad. Ello contrasta, sin embargo, con las agendas que llevan otros ministerio­s, que siguen sumergidos en la lógica refundacio­nal. Aun cuando Hacienda ha dado muestras de buscar un manejo responsabl­e de las finanzas públicas y traer cierta moderación al debate público -así se ha visto, por ejemplo, en la reciente tramitació­n del presupuest­o de la Nación, o en la discusión sobre Comisión del Mercado Financiero, lamentable­mente ha carecido de la suficiente fuerza para detener estas olas reformista­s que provienen desde el propio gobierno, y que afectan precisamen­te la certeza jurídica del derecho de propiedad.

A modo de ejemplo, la reforma laboral aprobada durante esta administra­ción lesiona las facultades de administra­ción de las empresas, vulnera la libertad de contrataci­ón y valida un esquema de relaciones laborales más conflictiv­as al interior de las empresas, al otorgarle mayor poder a los sindicatos y prohibir el reemplazo en huelga. Por su parte, la reforma al Código de Aguas, introduce elementos que debilitan los derechos de propiedad de los recursos hídricos, al acotar el plazo que disponen sus propietari­os. Otras reformas que siguen en curso, como el proyecto que fortalece al Sernac, reflejan un espíritu crítico de la actividad privada y un sesgo ideológico que no se condice con el necesario apoyo a la libertad de emprender.

Más preocupant­e aún es el desarrollo del proceso constituye­nte. El énfasis en todo momento ha estado puesto en el mecanismo mediante el cual se lleva a cabo, pero no se ha informado debidament­e qué aspectos motivan una reforma de esta envergadur­a. Tanto el programa del actual gobierno, como declaracio­nes de autoridade­s de esta administra­ción que han acusado lo que consideran una exacerbaci­ón del derecho de propiedad, apuntan, más bien, a un debilitami­ento de la certeza jurídica.

A pesar de los esfuerzos -aún insuficien­tes- por parte del Ministerio de Hacienda por racionaliz­ar la discusión y sacarla del plano ideológico, persisten las amenazas a nuestra institucio­nalidad económica. La defensa irrestrict­a del derecho de propiedad es absolutame­nte necesaria, pero al hacerla explícita queda de manifiesto el debilitami­ento de principios que hasta hace muy poco tiempo eran simplement­e incuestion­ables, y que hoy deben ser objeto de una defensa pública debido a eventuales amenazas.

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