La Tercera

Un tercio de los chilenos no puede financiar una alimentaci­ón saludable

Salud diseñó paquete de productos nutritivos y livianos, pero resulta 36,1% más caro que canasta básica. Expertos apuntan a usar políticas públicas para favorecer alimentos saludables y educar a la población.

- Judith Herrera C. Tito Pizarro Fernando Vio Guillermo Pattillo Manuel José Irarrázava­l

El 27,1% de los chilenos no puede financiar una alimentaci­ón saludable según los estándares nutriciona­les recomendad­os para el país. Así lo señala un estudio realizado por el Ministerio de Salud (Minsal), con apoyo de la Cepal y la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud, que analizó el porcentaje de la población que tiene acceso a alimentos con criterios esenciales de calidad.

El informe utilizó datos de la encuesta Casen de 2013 y de la actual canasta básica de alimentos (CBA) -usada para medir la pobreza mediante su costo y acceso-, y elaboró un indicador paralelo, denominado canasta alimentari­a de calidad (CAC), que sigue las guías alimentari­as del Minsal y elimina los productos de bajo contenido nutriciona­l.

Dicho paquete de productos, que incorpora más frutas y verduras, cuesta $ 43.872, es decir, un 36,1% más que la canasta básica, cuyo valor llega a $ 32.239 (ver infografía).

La canasta básica está compuesta por alimentos como pan y cereales (616 calorías); carnes (169); productos lácteos y huevos (116); frutas, verduras, legumbres y tubérculos (456), entre otros elementos. En comparació­n, la canasta de calidad baja un 5% y 59%, respectiva­mente, el consumo de pan y cereales (584) y el de las carnes (70), y sube en 204% el de productos lácteos y huevos (352) y 51% el de las frutas y verduras.

El estudio señala que sobre la base de la nueva propuesta “se estima una línea mínima de ingresos de $ 117.576 para poder acceder a ella. Fundamenta­do en esta aproximaci­ón, un 27,1% de la población chilena no puede acceder”.

Además, el informe señala que “incorporar este tipo de mediciones dentro de las políticas públicas implica comenzar a mirar un aspecto que ha sido escasament­e abordado en Chile, relacionad­o con la seguridad alimentari­a “Si no se produce una disminució­n de costo de los alimentos saludables, estamos en situación de inequidad”. “No es un problema de acceso (a la alimentaci­ón sana), es un problema de cambiar el hábito”. en un país cuyo principal problema nutriciona­l y epidemioló­gico es la malnutrici­ón por exceso”.

Así, el trabajo apoya una de las tesis de los especialis­tas en nutrición: estratos socioeconó­micos más bajos tienen un acceso limitado a una buena alimentaci­ón.

“Si uno lo mira desde el punto de vista de los deciles de la población, los primeros no pueden comprar la canasta alimentari­a de calidad y eso es grave porque revela que por mucha educación que hagamos, si no se produce una disminució­n de costo de los alimentos saludables o favorecerl­os con políticas públicas, estamos en una situación de inequidad muy grande en el país”, dijo Tito Pizarro, jefe del Departamen­to de Políticas Públicas del Minsal.

De hecho, los resultados del Simce de Educación Física de 8° Básico 2015 mostaron que en los grupos socioeconó­micos bajo y medio bajo se encuentran los estudiante­s con índices más altos de sobrepeso y obesidad: el 48% de los niños sufre estas patologías, mientras que en el estrato alto solo el 36% .

“No es extraño que exista “Se deben mantener mercados lo más competitiv­os posibles para que existan ofertas a precios más bajos”. “Hay que analizar qué consumen y buscar alternativ­as a esos productos, pero al alcance de sus bolsillos”. este porcentaje de personas que no pueden acceder a alimentos más saludables y que tienen problemas más recurrente­s de sobrepeso”, afirma Manuel José Irarrázava­l, director Instituto de Políticas Públicas en Salud (Ipssus) de la U. San Sebastián, quien añade que hay que observar estos estudios críticamen­te, ya que son “un primer acercamien­to con productos específico­s, por lo que se debe trabajar en analizar qué es lo que consumen las personas en estos niveles y buscar alternativ­as a esos productos, pero que estén al alcance de sus bolsillos y no que sean alternativ­as aún más caras”.

El académico de Economía de la U. Santiago Guillermo Pattillo apunta a que “una alimentaci­ón sana, en promedio, tiende a ser algo más cara que una menos saludable. No hay una solución simple a esto, pero, desde el nivel macroeconó­mico, la salida que tiene esto en el plazo mediano y largo es que mejore el crecimient­o económico”. Agrega que otra posibilida­d es que a nivel microeconó­mico “se mantengan mercados lo más competitiv­os posibles para que existan ofertas a pre- cios más bajos”.

Sin embargo, el experto señala que también existe un problema de informació­n: “hay un tema de preferenci­a de la gente por determinad­os tipos de alimentos que son más altos en nutrientes críticos. Pasa por un tema de ignorancia en cuanto a lo que es bueno y malo para la salud”.

En esta línea, Fernando Vio, académico del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (Inta) de la U. de Chile, argumenta que la obesidad no obedece solo a un problema de acceso: “En el país existe un altísimo consumo de bebidas, de pan, y esto es lo que consumen los niveles socioeconó­micos bajos. El kilo de pan vale el doble que uno de frutas, y las bebidas también tienen valores altos, es decir, por la compra de esos productos puede comprar dos kilos de frutas. No es un problema de acceso, es un problema de cambiar hábitos”.

Políticas de salud

El problema de la malnutrici­ón por exceso que existe en el país, a nivel transversa­l en edades y niveles económicos, ha empujado a la implementa­ción de diversas políticas.

Al respecto, Pizarro señala “estamos haciendo políticas para evitar esto. Tenemos el programa de la Junaeb, que entrega alimentaci­ón de calidad a los niños del país y que el próximo año implementa­rá un plan contra la obesidad. También existe el programa de alimentaci­ón complement­aria para las embarazada­s o los adultos mayores”.

Otro ejemplo es la Ley de Etiquetado de Alimentos, que pronto cumplirá seis meses desde su entrada en vigencia, con la que se persigue reducir los niveles de nutrientes críticos en los productos, así como alertar a las personas sobre los riesgos de su consumo excesivo, con sellos negros en los envases. “Esta ley busca que la gente elija lo más salubable, opte por lo que es sano y también más barato”, afirma Pizarro.b Consumo y costo de la canasta

$ 5.915 de los niños de 8° básico en grupos socioeconó­micos bajos presenta sobrepeso y obesidad. más cara que la canasta básica alimentari­a es la propuesta por el estudio, que se compone de alimentos más sanos.

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