La Tercera

La revancha del Pitbull

Diego Rivas, el único chileno en el UFC, ha soportado dos combates este año. Uno lo ganó por nocáut en febrero; en el otro, ya se está imponiendo. Un cáncer casi le cuesta la vida, pero se recupera para continuar.

- Por Ignacio Leal.

Diego Rivas habla de miedos, de pena, de rabia. También de aprendizaj­es, revanchas, oportunida­des y sueños. Es paradójico, pero para el Pitbull este fue su peor año. No cuenta el nocáut que en febrero, contra el israelí Noad Lahat, lo hizo reconocido a nivel mundial o sus promisorio­s contratos con UFC y una larga fila de marcas deportivas. No cuentan las horas, días y años que le dedicó a ese rodillazo. Porque el cholcholin­o estuvo a punto de perderlo todo, de perder la vida por culpa de un cáncer.

Oírlo ahora es como oír a un sobrevivie­nte, que valora hasta el aire que puede respirar y que entiende que la vida es mucho más frágil de lo que se puede creer, porque sufrió la incertidum­bre de un día estar, pero al otro quién sabe. Diego pasó noches enteras cuestionán­dose todo y terminó por convencers­e de que vale la pena dar cara a los inmiserico­rdes pero educadores golpes de la vida.

Recién se había operado de la rodilla cuando le dieron la noticia. “Un examen de rutina”, recuerda. “Fue duro. Lo primero que pensé es que no iba a poder pelear nunca más. Que el doctor te diga ‘sabes qué, tienes cáncer. Si no te operas puedes morir en uno o dos meses’ es algo súper fuerte”. Cargar con esa cruz, y de sorpresa, a los 24 años, es algo que no deja de sorprender­le.

“Para mí fue terrible. Dos semanas antes de haberme operado la rodilla me llamó Sean Shelby (uno de los veedores más connotados de la industria) preguntánd­ome si quería pelear el 5 de noviembre en UFC México, que es un evento en el que todos los latinos quieren pelear”, rememora. Sin embargo, como una rabieta del destino, junto a su entrenador decidieron desechar las ofertas para llegar en las mejores condicione­s, como si ya supieran lo que se venía.

El Pitbull es fuerte y valiente, cuando no los esquiva, resiste toda clase de golpes, pero se quebró ante la situación: “Uno escucha cáncer y te impacta, lo primero que piensas es en muerte. Gracias a Dios se dio que este cáncer estaba en su etapa inicial (...). Creo que el miedo más grande fue cuando tuve que realizarme el examen”.

Por suerte, sus células recién estaban en proceso de metástasis, por lo que tuvo un tratamient­o oportuno. Lo examinaron, lo operaron y luego a quimiotera­pia. No sufrió, pero sí debió soportar el estar lejos de los entrenamie­ntos y combates, que antes de ser su forma de ganarse la vida, son su más grande pasión. En ese reposo obligado fue donde más creció, mucho más de lo que había crecido todos estos años, pues ahora al fin entendió de qué se trataba la vida. “Fue chocante. A mí me tocó estar en la misma sala con gente que tenía el cáncer muy avanzado, en muy mal estado. Yo me miraba al espejo y pensaba: no estoy tan mal, sí soy un afortunado”.

Rivas se emociona al hablar sobre la situación. Atropella sus palabras, dando énfasis a casi cada frase. Se le nota también que ha perdido kilos, pero se le ve feliz. “Gracias a esto mejoré muchos aspectos de mi vida. Es cierto que bajé en mi condición física y técnica, pero mejoré muchos aspectos de mi vida. Ahora me siento mucho más enfocado”.

Lo que más rescata es que ahora recuperó las ganas extraviada­s entre tantos aplausos, saludos y fotos. Ahora, dice, se reencontró con los sueños que lo formaron en este camino. “Volví a pensar como cuando era niño y soñaba con llegar al UFC. Me di cuenta de que estoy viviendo lo que 10 mil personas desean”.

Ya volvió a entrenar, está comenzando a ponerse a tono, aunque con calma, ya que aún no recibe el alta médica. Además, repasa sus visionario­s planes: “Ahora estoy full enfocado, voy a entrenar para ganar. Si Dios quiere, me voy a cambiar de gimnasio, voy a entrenar en el Alliance, de Dominick Cruz, y también bajaré de categoría, a las 145 libras”.

Rivas no quiere adelantars­e y prefiere aprovechar a concho todo este proceso. Vivirlo es crecer. Y crecer es ganar, ser mejor que el que se fue. Su suerte es ahora su descanso. ¿Quién detiene al Pitbull? Ya ha mostrado los dientes antes, los mostró todo este año y lo seguirá haciendo. “Si tengo que irme afuera a vivir, haré. Quiero cumplir mi sueño y estar dentro del top ten del UFC… Pelearé para eso”, sentencia, con los ojos bien abiertos.b

 ??  ?? Rivas, en la premiación de Los Héroes del Deporte.
Rivas, en la premiación de Los Héroes del Deporte.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile