Mujeres migrantes
SE ESTIMA que la cifra de migrantes llega hoy a casi 500.000, mientras que la migración latinoamericana se ha cuadruplicado desde inicios de los 90. Sin embargo, el número de inmigrantes en Chile alcanza solo el 2,7% –cifra bastante menor en comparación con otros países–, y se caracteriza por una alta presencia femenina, indígena y de afrodescendientes. Personas que han venido motivadas por mejores oportunidades laborales, condiciones de vida, pero muchas otras forzadas en el país de origen por situaciones de conflicto y de violencia.
Muchas de estas mujeres migrantes han debido enfrentar violencia y discriminación en alguna de las etapas, haya sido en su país de origen, en el trayecto, en la frontera o hasta en el país de destino.
Más allá de su situación legal, se trata de mujeres que no cuentan con redes sociales de apoyo, lo que las hace especialmente vulnerables a vivir ciclos de violencia –a veces extrema– y a permanecer en ellos.
En el mundo existe una múltiple discriminación hacia las mujeres, pero las mujeres migrantes lo sufren en aún mayor grado e intensidad. De acuerdo al “Modelo de Protocolo de Investigación de Muertes Violentas por Razones de Género”, elaborado por ONU Mujeres y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, en estos contextos los femicidios se suelen cometer no solo dentro de las relaciones de pareja, sino también en el ámbito social como femicidios sexuales y en ocasiones con situaciones previas de desaparición forzada de la mujer.
Otros países que han puesto en marcha mecanismos para proteger a las mujeres migrantes han incluido servicios de información para sobrevivientes de la violencia, disponible incluso en múltiples idiomas. Sería un paso para Chile poder con- tar con servicios de información en centros de atención a migrantes en varios idiomas, para una efectiva comprensión y facilitar el acceso a los servicios de prevención, atención y acceso a la justicia para las mujeres.
Pero la experiencia muestra que la violencia llega aún más lejos. Por ejemplo, en sus condiciones laborales, las que se caracterizan en su mayoría por salarios desproporcionadamente bajos, exclusión del salario mínimo, horarios de trabajo abusivos y períodos insuficientes de descanso y vacaciones.
El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha aprobado varias resoluciones que reafirman que todos los migrantes tienen derecho a la protección de la ley en pie de igualdad y que todas las personas, independientemente de su situación legal en lo que concierne a la migración, son iguales ante los tribunales. Debemos considerar también el acceso a la justicia de las mujeres migrantes, incluyendo a las trabajadoras migrantes y en este grupo a las trabajadoras domésticas.
El desafío actual en Chile será incorporar la perspectiva de género en la ley de migración para impedir situaciones de discriminación y de violencia, además de la generación de instancias de educación, sensibilización y prevención, dirigidas a las mujeres migrantes. Como enfatiza la Agenda de Desarrollo Sostenible al 2030, no debemos dejar a nadie atrás, por lo que invitamos a que el debate sobre la ley de migración no deje atrás a estas mujeres que sufren discriminaciones múltiples.
El desafío actual en Chile será incorporar la perspectiva de género en la ley de migración para impedir situaciones de discriminación.