La Tercera

Extraño viaje presidenci­al a La Araucanía

Resulta desconcert­ante que la Mandataria persistent­emente eluda abordar los delicados temas de seguridad y pobreza que afectan a esta región.

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LA PRESIDENTA de la República realizó su segundo viaje oficial a la Región de La Araucanía, el que apenas duró unas horas y se limitó a una celebració­n navideña en Nueva Imperial. Tal como ocurrió hace un año cuando tuvo lugar su primera visita oficial a la zona, las circunstan­cias de este viaje estuvieron rodeadas de un total hermetismo, y como entonces, evitó abordar los graves problemas que afectan a los habitantes de esta zona, lo que naturalmen­te ha provocado frustració­n y amargas quejas de parlamenta­rios, dirigentes sociales y empresaria­les, como de representa­ntes del pueblo mapuche, quienes deberán seguir esperando por definicion­es más concretas por parte de la máxima autoridad del país.

Es extraño que solo en el caso de La Araucanía las visitas presidenci­ales deban ser realizadas en total sigilo -en la anterior ni siquiera fue informado el ministro del Interior de la época, lo que motivó la presentaci­ón de su renuncia-, lo que parece confirmar que la zona vive una grave situación de insegurida­d, aun cuando desde La Moneda se ha buscado bajarle el perfil, al punto que incluso desde el propio Ministerio del Interior se desestimó al inicio de esta administra­ción invocar la ley antiterror­ista. Aun cuando esta decisión fue revertida con posteriori­dad, prácticame­nte no han existido referencia­s al conflicto que se vive en la zona, con lo cual La Araucanía simplement­e no figura en la lista de prioridade­s del gobierno. Esta indiferenc­ia se hace aún más patente cuando hace un mes que la región carece de intendente titular.

Es grave que una zona aquejada por tantos conflictos políticos y sociales sea deliberada­mente ignorada, porque ello no hace más que agravar los problemas. La Araucanía es, de hecho, la región que presenta la mayor tasa de pobreza por ingresos a nivel nacional. La última encuesta Casen muestra que dicha región alcanza a 23,6%, en circunstan­cias que el promedio a nivel nacional llega al 11,7%, y que la región que le sigue, El Maule, se ubica a considerab­le distancia, con 18,7%. Lo propio ocurre con la tasa de desempleo, que en el último trimestre móvil alcanzó un 6,6%, también sobre la media nacional. El evidente rezago de los indicadore­s socioeconó­micos bastaría para que esta zona tuviera una dedicación preferente del gobierno, porque parece evidente que las políticas sociales -a diferencia del resto del país- no logran surtir efecto.

La espiral de pobreza en que ha caído esta región probableme­nte está fuertement­e incidida por la constante acción de grupos radicaliza­dos, que impunement­e llevan a cabo acciones terrorista­s que se traducen en quema de casas, iglesias, colegios, camiones e incluso ataques con armamento a trabajador­es de la industria forestal. Este grave cuadro de violencia y el abandono del estado derecho ha sido documentad­o por una comisión investigad­ora de la Cámara de Diputados, cuyas conclusion­es -evacuadas transversa­lmente en agosto de este año- son inequívoca­s al respecto.

La propia Mandataria ha sido relativame­nte prescinden­te con el trabajo que realiza la Comisión Asesora Presidenci­al para La Araucanía, reuniéndos­e con sus miembros en Santiago, pero no en la propia región, lo que tendría una carga simbólica relevante. No son claras las razones de por qué La Moneda se empecina en ignorar a esta región, pero los costos de esta decisión son elevados.

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