La Tercera

Rompiendo la barrera idiomática

Iglesias, universida­des y organizaci­ones civiles están impartiend­o clases de español para adultos y niños haitianos. ¿El objetivo? Lograr la integració­n cultural.

- Por María José Jarpa Juan Carlos Cortez Daniela Ramírez

Qué verbo se usa en este caso?, pregunta en francés una mujer a un grupo de 20 adultos reunidos en un pequeño salón. “Voy. Yo voy a estudiar”, responde con acento francés una joven de cabello trenzado. La instructor­a asiente y la clase continúa.

Todos sus alumnos son haitianos, que cada miércoles viajan desde distintos puntos de la capital para asistir a las clases gratuitas de español que se dictan en la Iglesia Evangélica Bautista Argomedo, en la comuna de Santiago.

La idea surgió en julio pasado, tras la iniciativa de Ignacio Cid, director del Servicio Evangélico Migrante, quien reclutó a un grupo de voluntario­s para enseñar español al creciente grupo de migrantes haitianos. ¿El objetivo? Romper las barreras idiomática­s y generar un puente de integració­n. “Nos centramos mucho en la capacidad comunicati­va. Lo que a ellos les interesa es poder expresarse en términos de emociones, funcionalm­ente para el trabajo y moverse en la vida cotidiana”, señala Cid, quien añade que “el idioma es un instrument­o de ejercicio de derechos”.

En total trabajan 40 voluntario­s, profesiona­les de distintas áreas, de los cuales 10 se dedican a la enseñanza, mientras otros prestan asesoría jurídica, en materias como visas y documentos. La organizaci­ón imparte tres niveles del idioma. Uno básico, que se dicta en francés y creole; otro intermedio, y el avanzado, que es completame­nte en español. Además, cuentan con un ítem de introducci­ón a la cultura chilena, donde leen poesía nacional y cantan a Violeta Parra. A la fecha, 120 personas han tomado el curso.

Judex Compère (34) está en el curso avanzado. Hace ocho meses salió de Haití para buscar trabajo en Chile. Allá quedaron su esposa, sus dos hijos y su carrera de contabilid­ad, congelada. “Tengo clases de castellano con los chiquillos, pero todavía no hablo bien, necesito más palabras. Los chilenos hablan súper rápido y con modismos”, dice.

En la iglesia San Saturnino, del barrio Yungay, también hay clases de español gratis. La iniciativa, a cargo del sacerdote Juan Carlos Cortez, “se ha ido armando a pulso”. Según comenta, los cursos surgieron por la necesidad de la comunidad y benefician a unas 300 personas que de martes a sábado acuden a estudiar.

En el lugar no sólo se instruye español, también los voluntario­s chilenos aprenden de la cultura haitiana. “Es interesant­e por el impacto positivo que ha tenido. A propósito del tema que ha surgido desde el punto de vista político, yo diría que hay una realidad de Chile que está acogiendo a los inmigrante­s”, reflexiona Cortez.

El Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), en tanto, desde 2010 dicta cursos de español. Hoy cuentan con 15 experienci­as en seis comunas de la capital. “Hay una realidad de Chile que está acogiendo a los inmigrante­s”. “Llegar a una cultura distinta no es fácil. La idea es acompañarl­os en el proceso”.

Desde la academia

A la labor de distintas iglesias se han sumado las universida­des. Uno de estos proyectos es el que impulsa el Centro Universita­rio Ignaciano (CUI) de la Universida­d Alberto Hurtado, que desde 2015 trabaja junto a la parroquia de la Santa Cruz, en Estación Central. La iglesia, además, hace una misa en creole todos los domingos.

Según Andrea Espinoza, coordinado­ra del área social del CUI, la idea surgió tras la solicitud de la comunidad haitiana residente en la zona y por el interés de la universida­d para aportar a la integració­n. Así, desde el primer semestre de 2016 estudiante­s de distintas carreras comenzaron a enseñar español los días sábado a unas 200 personas en el Colegio San Alberto -contiguo a la iglesia- y, desde septiembre, impulsan un plan piloto para niños llamado “Zanmi” (que significa “amigos” en creole), al percatarse de que muchos padres iban a clases con sus hijos.

“Llegar a una cultura distinta no es fácil. Nuestra idea es acompañarl­os en el proceso, enseñarles español y, más que nada, generar un vínculo que les permita adaptarse a nuestra cultura”, dice Daniela Ramírez, estudiante de Ingeniería Comercial de la UAH, una de las responsabl­es de la clase para niños.

Nataly Cock, estudiante de Administra­ción Pública, también enseña en el taller infantil. Cuenta que algunos niños haitianos que van al colegio en Chile, muchas veces quedan rezagados por el idioma. “No tienen cómo evaluarlos, porque como no conocen el idioma o la cultura, muchas veces hacer una prueba de historia, por ejemplo, para ellos es más difícil”, señala.

La universida­d, además, les entrega los materiales pedagógico­s, cuadernos, lápices y colación.

Otras iniciativa­s similares son las de la Universida­d Católica del Maule (UCM), en Talca, y una reciente de la Universida­d Academia de Humanismo Cristiano, en Santiago. En el caso de la UCM, desde octubre de este año el Centro de Estudios Migratorio­s e Intercultu­rales (Cemin), la Escuela de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicaci­ón y la Fundación Madre Josefa de Talca implementa­ron un programa específico de español para haitianos, donde trabajan docentes y alumnos de la carrera Lengua Castellana. El curso, gratuito, se realiza todos los viernes y beneficia a unas 50 personas.

En la Academia de Humanismo Cristiano, hace dos semanas partieron con un proyecto de español para ciudadanos haitianos en el barrio Balmaceda de Santiago. Las clases, que se realizan los domingos entre las 11.00 y las 13.00, surgieron por iniciativa de una alumna y una docente de Trabajo Social, con el apoyo de la dirección del área Vínculo con el Medio de la universida­d. En su primer día lograron la asistencia de seis personas. Para hoy, domingo, esperan que lleguen muchos más.b

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Ayer fue la ceremonia de cierre del curso de español del SJM.

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