Los fans del Transantiago
Los “busólogos” conocen de memoria los servicios y las fallas del sistema. Dicen que ayudan a mejorar el transporte informando en las redes sociales.
Vicente Durán, estudiante de 16 años, tenía apenas 7 cuando comenzó a operar el Transantiago. Y el hito que para muchos fue un dolor de cabeza, porque no había micros o no pasaban por las calles que antes recorrían, para él fue el inicio de una fascinación: ser estudioso del sistema de transporte más polé- mico del país.
Vicente es el más joven de una tribu urbana formada por alrededor de 50 “busólogos” o investigadores aficionados a medir todos los indicadores del sistema: su calidad, los tipos de buses, las rutas que recorren, los puntos más criticados y los cambios que ha tenido el plan en sus nueve años de funcionamiento.
¿Y cuál es el mejor recorrido? Vicente dispara de memoria que es “el 301, que comienza en San Bernardo y cruza hasta Independencia. Tiene 120 máquinas y bajísimas esperas”. Su compañero, César Barraza, se declara aficionado a medir los tiempos que demoran los buses en llegar a los paraderos. Determinó que los vecinos deben aguardar hasta 30 minutos en horario punta de la tarde por el servicio 110, que une a Maipú con Renca. “Mientras, en la noche demora por lo menos 40 minutos”, dice.
¿Ustedes son fanáticos ‘tuerca’? “Noooo”, responden un poco ofendidos a coro. “Es más que eso, se trata de preocuparse de la ciudad y de los medios en los que viaja la gente”, precisa el fundador del grupo, Jorge González. Algunos son hijos, sobrinos o nietos de conductores de las micros amarillas, en las que anduvieron tan corto tiempo que no concitaron interés como lo hizo el sistema con el que crecieron. Tienen entre 20 y 35 años, en promedio, y afirman que se inclinan por los buses, aunque sostienen que la gente quiere más al Metro.
Los recuerdos de cómo ha cambiado la operación hacen vibrar a estos los fanáticos. Uno de ellos enseña los primeros mapas que demarcaban las “zonas” donde circulaban los vehículos. Un en-