Estereotipos de la mujer
Señor director:
No cabe duda que el espisodio de la muñeca inflable durante la cena de Asexma fue burdo, grotesco y vergonzoso. Sin embargo, cabe preguntarse qué hay detrás del excesivo escándalo que se generó en diversos a medios, nacionales e internacionales.
Es difícil afirmar que subyace bajo esta reacción de repudio un verdadero compromiso con la batalla contra la violencia que sufre la mujer. Es difícil porque en nuestra sociedad existen una serie de costumbres cuyo máximo común divisor es la cosificación de la mujer, y que nadie ha condenado con la misma fuerza. Me refiero a la prostitución, la pornografía, la publicidad en donde aparecen mujeres desnudas para captar al público (el caso más reciente podría ser la Vedetón), etc.
En todas estas realidades –absolutamente invisibilizadas– se trata a la mujer como un producto de consumo o de posesión despersonificado. ¿Dónde está el reproche social?
No basta criticar por redes sociales un incidente que, al lado de estos fenómenos, es menor. Tomarse en serio la violencia contra la mujer requiere superar estas conductas que permean a nuestra sociedad. Veremos si alguien está dispuesto a dar la batalla en este nivel.