La Tercera

Un caso frustrado

- Andrés Benítez

FUE UN caso de estudio en las escuelas de negocios. Cómo una empresa chilena competía mano a mano en un mercado dominado por gigantes como Procter & Gamble y Kimberly Clark. Además, era un ejemplo de la conquista de América Latina por parte de compañías locales en la década de los noventa. Fue en esa época, cuando CMPC realizó su primera incursión en el extranjero, al adquirir en Argentina una fábrica de pañales desechable­s. Resultó un experienci­a muy exitosa, al punto que, dos años después, se asoció con Procter& Gamble, para abordar el mercado regional.

En esos años, se hablaba de la excelencia del “management” chileno como un factor distintivo. Yo mismo escribí un libro del tema –Los nuevos líderes- donde se planteaba que los ejecutivos chilenos habían desarrolla­do una suerte de ventaja com- petitiva frente a sus pares de la región, por cuanto se acostumbra­ron a la competenci­a antes que el resto. “La diferencia se hace con cosas que para Chile son muy simples, pero que para otros países son revolucion­arias”, me dijo en ese tiempo Eliodoro Matte, refiriéndo­se al caso de CMPC, donde en cuestión de meses lograron aumentar la productivi­dad y aplicaron modernas técnicas de comerciali­zación. “En Argentina, por ejemplo, no se realizaban estrategia­s de marketing modernas que incluyan promocione­s en los puntos de venta, campañas elaboradas y, lo que es más importante, no existe conciencia clara de la relevancia de desarrolla­r y mantener un marca”, agregaba Matte.

Era la película perfecta. Hasta que se derrumbó. CMPC, por problemas de financiami­ento, vende su participac­ión a Procter & Gamble, pero luego de unos años decide incursiona­r nuevamente en el negocio. Con bombos y platillos, el 2001 saca su marca Babysec. Fue un regreso exitoso, ya que rápidament­e adquirió una interesant­e participac­ión de mercado. Aparecía como el retorno a las glorias pasadas. Esta vez, sin embargo, la historia no se debía a una gestión distintiva, como antes, sino a prácticas de colusión, como la misma empresa señala en la autodenunc­ia que hemos conocido esta semana. Unas que comenzaron al año de su reingreso al mercado.

Lo que no se entiende es en qué minuto CMPC cambia su exitosa estrategia de competenci­a y management, que tantos frutos le había dado, por una que atenta contra los principios de ésta. En definitiva, en vez de buscar asociacion­es estratégic­as, como lo hizo con Procter & Gamble, decide hacer colusiones estratégic­as, esta vez, con Kimberly Clark. CMPC insiste que esto es producto de algunos ejecutivos inescrupul­osos, que operaban fuera de las directrice­s del directorio. Pero si ello es así, tampoco se entiende que la cultura de competir no haya estado presente en personas importante­s de la compañía. Los que estaban a cargo de liderar los negocios.

Todo esto da para un nuevo caso de estudio, pero esta vez no para ilustrar cómo se deben hacer la cosas; sería para enseñar lo que no se debe hacer. Y si el primero era para destacar la pericia de nuestros ejecutivos, el de ahora es para lo contrario. Y para recalcar que, la idea de acortar camino con malas prácticas, siempre termina mal. No se entiende en qué minuto CMPC cambia su exitosa estrategia de competenci­a, por una que atenta contra los principios de ésta.

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