Lecciones políticas
QUÉ LECCIONES políticas le deja a la izquierda la segunda administración de Bachelet? Partamos por decir que este segundo gobierno fue, en términos programáticos, el mayor intento, desde el 90 a la fecha, de realizar transformaciones tocando aspectos estructurales del modelo (introducir lógica de derechos sociales; una estructura impositiva más progresiva; intentar sacar la educación del mercado, dar al Estado un rol más preponderante, entre otros).
Una primera lección es que un proyecto de cambios no puede descansar de manera casi exclusiva en el carisma y la popularidad presidencial. El impulso transformador de este gobierno decayó en la misma proporción que la popularidad de la Presidenta. La forma como comienza a construirse la opción presidencial del senador Guillier se parece peli- grosamente a lo ya vivido: las fuerzas políticas renuncian a su rol de debatir proyectos de sociedad, de generar liderazgos y orientaciones programáticas propias, para seguir el dictado de las encuestas. Hay que arrimarse a lo que parece más popular y lo demás se verá después. Ya conocemos la fragilidad de todo esto.
Vinculada a lo anterior, está la lección de que un proyecto de cambios requiere apoyarse en la ciudadanía y en actores sociales. En democracia, no se pueden hacer cambios sustantivos con una sociedad desmovilizada, sin pedagogía política, sin la construcción de un “nosotros” que haga parte y traslade tareas a la sociedad. Ello implica repensar un modelo de gobernabilidad con participación ciudadana que supere la forma de gobernabilidad transicional de contención de lo social.
Otra lección se refiere a la gestión de las reformas. En gobiernos cortos, de cuatro años, se requiere focalizar las reformas (no abrir infinitamente la agenda) y diseñarlas bien desde un punto de vista técnico. Convengamos que hacer reformas estructurales es más complejo que hacer reformas intramodelo. No es lo mismo sacar la educación del mercado que regular mejor el mercado de la educación. Cambiar la lógica y los valores con que se gestiona un sector requiere fijar el horizonte y ser capaz de establecer las transiciones y gradualidades con solvencia política y técnica.
En cuanto a la base política que requiere un proyecto transformador, hay también una lección importante: se necesita amplitud, pero también coherencia. No se puede soslayar el hecho de que bajo esta administración, parte de la oposición más activa a los cambios provino de sectores de la propia coalición de gobierno. ¿Se construirá nuevamente una alianza cuyas diferencias políticas terminen por neutralizar el programa?
Resulta imprescindible considerar las lecciones políticas que deja este gobierno para una opción transformadora. Ya no basta con llegar al gobierno, sino que también hay que saber llegar. Para la izquierda, un nuevo gobierno que frustre las expectativas de cambio conlleva el riesgo de ir desvalorizando la idea misma de cambio junto con la capacidad de ésta de gestionar un proceso transformador. Y ese riesgo no está muy lejos. Para la izquierda un nuevo gobierno que frustre las expectativas de cambio conlleva el riesgo de desvalorizar la misma idea de éste.