La Tercera

Lecciones políticas

- Ernesto Águila

QUÉ LECCIONES políticas le deja a la izquierda la segunda administra­ción de Bachelet? Partamos por decir que este segundo gobierno fue, en términos programáti­cos, el mayor intento, desde el 90 a la fecha, de realizar transforma­ciones tocando aspectos estructura­les del modelo (introducir lógica de derechos sociales; una estructura impositiva más progresiva; intentar sacar la educación del mercado, dar al Estado un rol más prepondera­nte, entre otros).

Una primera lección es que un proyecto de cambios no puede descansar de manera casi exclusiva en el carisma y la popularida­d presidenci­al. El impulso transforma­dor de este gobierno decayó en la misma proporción que la popularida­d de la Presidenta. La forma como comienza a construirs­e la opción presidenci­al del senador Guillier se parece peli- grosamente a lo ya vivido: las fuerzas políticas renuncian a su rol de debatir proyectos de sociedad, de generar liderazgos y orientacio­nes programáti­cas propias, para seguir el dictado de las encuestas. Hay que arrimarse a lo que parece más popular y lo demás se verá después. Ya conocemos la fragilidad de todo esto.

Vinculada a lo anterior, está la lección de que un proyecto de cambios requiere apoyarse en la ciudadanía y en actores sociales. En democracia, no se pueden hacer cambios sustantivo­s con una sociedad desmoviliz­ada, sin pedagogía política, sin la construcci­ón de un “nosotros” que haga parte y traslade tareas a la sociedad. Ello implica repensar un modelo de gobernabil­idad con participac­ión ciudadana que supere la forma de gobernabil­idad transicion­al de contención de lo social.

Otra lección se refiere a la gestión de las reformas. En gobiernos cortos, de cuatro años, se requiere focalizar las reformas (no abrir infinitame­nte la agenda) y diseñarlas bien desde un punto de vista técnico. Convengamo­s que hacer reformas estructura­les es más complejo que hacer reformas intramodel­o. No es lo mismo sacar la educación del mercado que regular mejor el mercado de la educación. Cambiar la lógica y los valores con que se gestiona un sector requiere fijar el horizonte y ser capaz de establecer las transicion­es y gradualida­des con solvencia política y técnica.

En cuanto a la base política que requiere un proyecto transforma­dor, hay también una lección importante: se necesita amplitud, pero también coherencia. No se puede soslayar el hecho de que bajo esta administra­ción, parte de la oposición más activa a los cambios provino de sectores de la propia coalición de gobierno. ¿Se construirá nuevamente una alianza cuyas diferencia­s políticas terminen por neutraliza­r el programa?

Resulta imprescind­ible considerar las lecciones políticas que deja este gobierno para una opción transforma­dora. Ya no basta con llegar al gobierno, sino que también hay que saber llegar. Para la izquierda, un nuevo gobierno que frustre las expectativ­as de cambio conlleva el riesgo de ir desvaloriz­ando la idea misma de cambio junto con la capacidad de ésta de gestionar un proceso transforma­dor. Y ese riesgo no está muy lejos. Para la izquierda un nuevo gobierno que frustre las expectativ­as de cambio conlleva el riesgo de desvaloriz­ar la misma idea de éste.

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