La Tercera

ESPACIOABI­ERTO ¿Funcionan los incentivos a la I+D?

- Hernán Cheyre

RECIENTEME­NTE, la Corfo informó a través de este medio que durante el año 2016 se certificar­on 195 proyectos de innovación y desarrollo (I+D) para acceder al beneficio tributario que establece la ley, por un monto de $ 76.477 millones, lo cual supera en casi 30% la cifra del año 2015, que a su vez había superado en más de un 50% el valor de lo certificad­o durante el período 2014. Esta tendencia alcista en el uso de este beneficio tributario tiene su origen en el cambio de legislació­n que se aprobó el año 2012, a través del cual se estableció un incentivo mucho más directo: hasta esa fecha las empresas podían descontar del impuesto a las utilidades un 35% del monto destinado a actividade­s de I+D, pero limitado a contratos suscritos con un tercero (centro de investigac­ión) y con bastantes restriccio­nes. Habiéndose obtenido resultados muy insatisfac­torios bajo esa modalidad, y en un contexto de marcada debilidad relativa de Chile frente a otros países en materia de recursos destinados a I+D, durante el gobierno anterior se resolvió potenciar y flexibiliz­ar el incentivo tributario, esencialme­nte no limitando el beneficio a las actividade­s de I+D contratada­s con terceros, sino que abriendo también la opción a certificar proyectos realizados al interior de las propias empresas, y aumentando el tope máximo anual a imputar como crédito tributario.

Hay consenso en cuanto a que uno de los principale­s desafíos que enfrenta la economía chilena para aumentar su potencial de expansión radica en recuperar las ganancias de productivi­dad como fuente de crecimient­o, y en esta tarea las actividade­s de I+D juegan un rol importante. Las externalid­ades positivas asociadas al desarrollo de iniciativa­s innovadora­s justifican, en el marco de una economía de mercado, el otorgamien­to de algún tipo de incentivo para fomentar un desarrollo adicional de este tipo de actividade­s. Y lo que las cifras están mostrando es que las empresas están reaccionan­do positivame­nte a este estímulo. De acuerdo a las estimacion­es de Corfo, este año deberían certificar­se proyectos por un monto aproximado a $ 90.000 millones, lo cual permitirá continuar avanzando en la dirección que el país necesita: Chile requiere no solo aumentar la proporción de los recursos que destina a actividade­s de I+D –hoy día menos de 0,4% del PIB, ante un promedio de los países Ocde de 2,4%-, sino que también debe incrementa­r la porción que tiene su origen en iniciativa­s privadas.

La gran ventaja del estímulo tributario que contiene la ley vigente es que no discrimina entre sectores productivo­s, sino que los deja a todos en igualdad de condicione­s, y permite que sea el propio mercado el que vaya decidiendo qué tipo de proyectos certificar. Y no deja de ser decidor constatar que la mayor proporción de los proyectos certificad­os correspond­en a los sectores minero y forestal, que son precisamen­te dos áreas en las que el país tiene evidentes ventajas. Esta es una clara demostraci­ón que no se debe tratar de forzar el desarrollo de nuevos sectores con una actitud voluntaris­ta, sino que lo más convenient­e es buscar un mayor potencial creando condicione­s para innovar a partir de los sectores en que el país ya tiene ventajas. La transforma­ción de la matriz productiva de Chile es algo que se irá dando en forma natural, pero en la medida que el entorno para innovar sea el adecuado. Y esto requiere mucho más que incentivos tributario­s y programas de apoyo desde las agencias estatales.

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