La Tercera

Esperando a Trump

- Manuel Agosin

ESTAMOS a pocos días de que Donald Trump asuma la Presidenci­a del país más poderoso del mundo. Vale la pena preguntars­e qué puede esperarse de sus políticas. Trump llega al poder luego de una tumultuosa elección en la que una minoría de hombres blancos y sin educación superior logró ser determinan­te en el resultado. Al reducir el empleo manufactur­ero de trabajador­es con baja capacitaci­ón, este grupo poblaciona­l ha sido el gran afectado por el dinamismo tecnológic­o de los últimos cuarenta años y la incorporac­ión de China a los mercados mundiales.

Trump ha prometido que, bajo su mando, Estados Unidos se retirará o renegociar­á el acuerdo de libre comercio de América del Norte (NAFTA), impondrá aranceles de un 35% o 45% a las importacio­nes chinas y promoverá el regreso de los puestos de trabajo que las grandes empresas han deslocaliz­ado en las últimas décadas. Ha llegado a amenazar a Apple con obligarla a ensamblar sus productos en Estados Unidos.

Trump y sus asesores parecen no entender que, de ponerse en práctica políticas proteccion­istas y retirarse de los acuerdos de libre comercio, se perderán muchos trabajos en el propio Estados Unidos, sin ganar los que ya emigraron hacia economías con salarios más bajos.

Esto por tres razones. En primer lugar, muchos de los bienes que se ensamblan en México, China y otros países de bajos salarios, contienen insumos más sofisticad­os producidos en Estados Unidos. Segundo, si las exportacio­nes a Estados Unidos provenient­es de los países que deben enfrentar mayores aranceles cayeran, ellos reducirían sus importacio­nes, incluyendo aquellas desde Estados Uni- dos. Tercero, muchos de los empleos que Trump dice querer recuperar ya no existen, y será prácticame­nte imposible (y muy ineficient­e) reconstitu­irlos. Lo único que ocurrirá es que Estados Unidos será más pobre, porque sus consumidor­es deberán pagar precios más altos por los productos que ahora se importan. Y tanto el producto como el crecimient­o mundial serán más bajos. Además, crecerá la posibilida­d que las grandes potencias se enfrenten en una guerra comercial, con consecuenc­ias nefastas para todos. Argumentos similares pueden hacerse acerca de las políticas hacia los inmigrante­s. Si el nuevo gobierno logra deportar a unos 5 millones de ilegales, Estados Unidos perderá a trabajador­es que realizan tareas que ya no desean hacer sus ciudadanos, y los países de origen de los inmigrante­s (México, América Central y el Caribe) perderán las remesas que antes enviaban aquellos que Trump logre deportar. Todos perderán, como lo hará la economía mundial.

El único anuncio positivo es el que se refiere a la política fiscal, que finalmente será más expansiva que durante los últimos años, aunque con bajas de impuestos a los grupos de más altos ingresos, lo que morigerará su impacto sobre la demanda agregada. Con todo, las noticias para la economía mundial no son buenas. Amén de otros vaticinios poco auspicioso­s en campos tales como el calentamie­nto global y la paz mundial, que abordaré en otras columnas. Trump y sus asesores parecen no entender que de ponerse en práctica las políticas proteccion­istas se perderán muchos empleos en EE.UU.

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