La Tercera

Son las institucio­nes

- Rodrigo Castro

MUCHAS COSAS nos unen como país. Una de ellas es la capacidad de resilencia para enfrentar y superar un largo historial de desastres naturales, como terremotos, tsunamis, inundacion­es, erupciones volcánicas y ahora último incendios voraces que han ocasionado víctimas fatales, viviendas destrozada­s y casi 600 mil hectáreas afectadas.

Así como en la campaña electoral entre Clinton y Bush se popularizó la frase “Es la economía, estúpido”, hoy podemos utilizar la estructura de la misma para destacar la relevancia de las institucio­nes para enfrentar no solo los desastres naturales sino que otros múltiples desafíos de carácter público.

En efecto, no solo hemos constatado las deficienci­as presentes en la Conaf en su rol de prevención y combate de los incen- dios forestales sino también en los múltiples desafíos que enfrenta la Onemi y el Poder Ejecutivo en su capacidad para articular los esfuerzos de los servicios públicos, la sociedad civil, y las Fuerzas Armadas para superar los embates de la naturaleza.

En los últimos años se han consolidad­o profundos cambios en nuestra sociedad, que ha transitado desde una ciudadanía más bien reactiva, hacia una más exigente, organizada e informada. En este contexto ser más eficientes y atender las demandas de la ciudadanía ha implicado múltiples desafíos para el Estado.

En efecto, lograr un mejor desempeño frente a este escenario requiere una evolución del sector público desde una estructura y organizaci­ón tradiciona­l hacia una más flexible y proactiva, y apoyando instancias que permitan una activa participac­ión ciudadana. En la experienci­a internacio­nal, el transitar desde un modelo de modernizac­ión del Estado a uno de innovación en el sector público requiere una fuerte voluntad política, confianza en los funcionari­os públicos y superar el enfoque tradiciona­l.

Hasta ahora las diferentes iniciativa­s han buscado modernizar el Estado con el fin de aumentar su eficiencia, reducir la corrupción y las arbitrarie­dades en la toma de decisiones. Un ejemplo de aquello han sido las múltiples reformas del Sistema de Alta Dirección Pública.

Sin embargo, aunque este enfoque ha sido valioso, en muchas ocasiones los gobiernos no han cumplido su misión y objetivos. Esto se tradujo en una falta de orientació­n al usuario y la baja o nula participac­ión de la sociedad civil en el proceso de diseño de las políticas públicas. Así por ejemplo, la incapacida­d para responder de manera eficiente y eficaz a los recientes incendios forestales da cuenta que la modernizac­ión de las institucio­nes no solo requiere la aprobación del proyecto de ley que reforma la Conaf, sino también implica cambiar el enfoque e incorporar activament­e a otros actores en el diseño y ejecución de la política de prevención y combate de las emergencia­s y desastres naturales.

Con todo, nuestro bienestar de largo plazo dependerá en parte importante de cómo se organicen las diferentes institucio­nes. En fin, son las institucio­nes, estúpido. Hoy podemos usar la estructura de la frase “es la economía, estúpido”, para destacar la importanci­a de las institucio­nes en las emergencia­s.

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