La Tercera

Viaje al interior del Supertanke­r

El famoso avión cisterna que ha combatido en los megaincend­ios tiene dos pisos, 20 estanques donde puede albergar agua y secretos como un pequeño dormitorio para sus pilotos. Entre su tripulació­n hay miembros que acumulan pasos por más de 100 países del m

- Por Sebastián Rivas V.

Dice que son más de cien países en los que ha estado, pero no recuerda la cifra exacta. De lo que el capitán Marcos Valdez no tiene ninguna duda es en el momento en que decidió que su vida serían los aviones: a los tres años, en su Texas natal, cuando su abuelo lo llevó a ver estos majestuoso­s aparatos. “Me puso en un avión y pensé que era la mejor cosa que me podía pasar”, afirma.

Valdez, cuyo nombre en clave radial es “Taco Loco” por su afición a la comida mexicana, cuenta la historia intercalan­do un fluido español con su inglés nativo, mientras hace de anfitrión en los dos pisos de lo que ha sido algo similar a su hogar en las últimas dos semanas: el Supertanke­r, ese avión Boeing 747 cuya llegada marcó un punto simbólico en el combate contra el megaincend­io desatado en la zona centro y sur del país.

En plena tarea, el avión puede llevar un equipo de hasta 16 personas. Pero en esta jornada, en el grupo 10 de la FACh, son dos quienes guían a través de los recovecos de la aeronave: Valdez y Magdalena Moreno, la directora de la fundación Viento Sur, que gestionó la venida del Supertan- ker y su operación en Chile.

El aparato tiene en su interior dos pisos conectados por una escalera amarilla. El primero es la zona de operacione­s. Lo que más destaca a la vista son veinte estanques, que ocupan la mayor parte del espacio, y que es donde se carga el agua, los líquidos retardante­s y el aire necesario para que el aparato ayude a combatir los incendios. Con una capacidad total de 72 mil litros, Valdez aporta un dato adicional: se necesita que la mitad de los tanques tenga aire para poder arrojar el material con la fuerza necesaria para que sea efectiva.

El segundo piso, en cambio, sorprende por un grupo de asientos cómodos y acolchados. Es donde viaja la tripulació­n, que está preparada para partir en cualquier momento al lugar del mundo que sea necesario para combatir incendios, con tiempos de preparació­n de máximo un día para reaccionar a emergencia­s. De hecho, Valdez muestra orgulloso un video con un pequeño canguro de peluche paseando por el Supertanke­r. Un recuerdo de la lucha contra el fuego en Australia.

En la zona de la cabina sobresale un papel amarillo con los nombres de algunas de las destinacio­nes en Chile del avión, y una combinació­n de botones para operar el aparato. Valdez explica que un botón en el mando de la aeronave permite realizar las descargas, y que el chorro es tan potente que podría ser letal para una persona recibirlo directamen­te.

Magdalena Moreno dice que, aunque la fundación Viento Sur -creada por Lucy Ann Avilés y su marido Benjamin Walton- viene realizando aportes en la zona del Maule desde 2010, el efecto del Supertanke­r ha sido sorprenden­te. “Sin quererlo, no solamente trajimos el avión para ayudar a combatir los incendios, sino que tuvo un efecto psicológic­o en la gente”, sostiene.

A partir de su experienci­a, el capitán Valdez dice que los incendios son de una gran magnitud. “No es justo decir que un incendio es más grande que otro, pero esto es muy significat­ivo”, dice.

Mientras recorre la parte donde se lanza el agua, ya en el exterior del avión, Valdez cuenta que se ha sentido feliz por la reacción positiva de los chilenos hacia el avión. Pero que hay algo que lo ha impresiona­do especialme­nte.

“Es importante decir algo: el Supertanke­r está aquí para ayudar a los bomberos”, afirma. “A nosotros nos pagan por estar acá, pero los bomberos que están combatiend­o los incendios son los verdaderos héroes. Y estamos felices de poderlos ayudar”

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