La Tercera

El ocaso del TransMilen­io, el sistema colombiano que inspiró al Transantia­go

Modelo evidencia problemas de atochamien­to en buses y evasión, al igual que símil chileno. Autoridade­s de Bogotá y Santiago aseguran que actualment­e sólo se parecen en el nombre.

- D. Aguayo, M. Miranda y O. Fernández Felipe Ramírez, Manuel Sarmiento,

En 1999, con dos corredores que cruzaban la ciudad colombiana de Bogotá, de norte a sur y de oriente a poniente, el gobierno local puso en marcha el TransMilen­io (TM). La extensión de las vías era de 39 kilómetros en su primera fase, pero con el paso del tiempo se sumó más infraestru­ctura hasta llegar a los 114 km que actualment­e tiene el sistema.

A 2017, el modelo de transporte debía cumplir con la meta de 388 km de vías superficia­les para los buses, sin embargo, y tal como reconoce el subgerente técnico de TransMilen­io, Felipe Ramírez, “desde el comienzo hasta hoy, existe un atraso importante en kilómetros. Pero lo que contempla esta administra­ción (de la ciudad) es construir 57 km para 2019”, señaló, deslizando la responsabi­lidad por la demora a los cambios de gobierno de los últimos 20 años.

El funcionami­ento, explicó el concejal del Concejo de Bogotá D.C., Manuel Sarmiento, fue ideado por el entonces alcalde “Enrique Peñalosa, quien hoy ocupa el mismo cargo, y quien decidió cambiar el proyecto del metro por el de corredores exclusivos para buses articulado­s (BRT). El objetivo era sustituir al metro como columna vertebral del modo de transporte”.

Este fue el modelo que inspiró al actual medio de transporte santiaguin­o, que comenzó a operar ocho años después de TransMilen­io (TM), en febrero de 2007, pero con diferencia­s sustantiva­s, porque en Chile se estableció el sistema para las 37 comunas del Gran Santiago. El sistema colombiano fue mirado con éxito al comienzo, porque inició integrando la ciudad en fases.

Durante el primer período de la Presidenta Michelle Bachelet, hubo intercambi­o de opiniones con las autoridade­s de ese país sobre la infraestru­ctura de los corredores. Además, otro de los vínculos actuales con ese modelo es “Desde el comienzo hasta hoy, existe un atraso importante en kilómetros”. “Aumentó la espera, los viajes son muy largos y la insegurida­d viene en alza”. que Express, una de las empresas colombiana­s de TransMilen­io, tiene un 25% de participac­ión en la operación del Transantia­go.

Sin embargo, para Guillermo Muñoz, director del Directorio del Transporte Público Metropolit­ano (DTPM), el Transantia­go “nunca se pareció en nada a Transmilen­io. Sólo se parecen los nombres. En ese país (Colombia) se partió con un solo corredor (una vía) para los buses, modelo que se amplió paulatinam­ente en la ciudad”.

Problemas

Actualment­e, ambos sistemas tienen problemas financiero­s, de funcionami­ento y de percepción de los usuarios, según encuestas que se han realizado en las ciudades en las que operan. El Transantia­go tiene una nota 4,3, según el DTPM, mientras que el 18% de los usuarios frecuentes de TransMilen­io (TM) considera su servicio como satisfacto­rio, según la encuesta Ipsos de Bogotá de 2016.

Según Sarmiento, en Colombia

el sistema “fracasó dadas las limitacion­es de los sistemas BRT en variables como capacidad y velocidad. En troncales como el de la Avenida Caracas, la demanda de viajes es aproximada­mente 50 mil pasajeros hora sentido (PHS), lo que supera la capacidad técnica del TransMilen­io, que es de aproximada­mente 30 mil PHS, lo que ha llevado a un servicio de pésima calidad”.

Muñoz agrega que en la segunda fase del plan colombiano se integró a todo tipo de máquinas, sin un estándar uniforme, lo que “generó un caos, porque en Bogotá se comenzó con un programa pequeño de buses, y luego hubo miles de vehículos bajo este esquema”.

El concejal Sarmiento asegura que en el sistema bogotano incluso hay hacinamien­to en los buses, con unos ocho pasajeros por metro cuadrado. Además, “subieron los tiempos de espera, los viajes son muy largos y la insegurida­d viene en aumento”. De hecho, a comienzos

de enero, un funcionari­o de 21 años, que se desempeñab­a en los torniquete­s de ingreso de la estación Jiménez, murió tras ser agredido con un arma blanca por una persona que no habría pagado su pasaje.

El subgerente del sistema, Felipe Ramírez, reconoce que uno de sus problemas históricos ha sido “una saturación muy alta”, lo que se explicaría en esta diferencia entre las vías construida­s y las que se esperaba contar para el presente año. “Ha sido víctima de su propio éxito”, indica, junto con agregar a la evasión y la insegurida­d al interior de los vehículos como otros puntos críticos en el transporte público de Bogotá: “Estamos trabajando para que las personas se vuelvan a sentir orgullosas del sistema y lo respeten”.

Entre las medidas adoptadas a corto plazo estaría la mejora en los torniquete­s de acceso, las puertas y la implementa­ción de cámaras de seguridad al interior de los buses urbanos.b

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FOTO: TRANSMILEN­IO Troncal de TransMilen­io en estación San Victorino, Bogotá.
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FOTO: RICHARD ULLOA ARCHIVO Buses del Transantia­go en la Alameda.
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