La Tercera

“Las elecciones francesas pueden ser una pesadilla entre dos extremista­s”

Historiado­r británico: ► El historiado­r dijo a La Tercera que ni Le Pen ni Melénchon tienen las respuestas para Francia. ► A su juicio, la ola populista se debe, entre otras cosas, a elites intercambi­ables y corrupción.

- Cristina Cifuentes

Michael Burleigh es uno de los historiado­res británicos más destacados. Miembro de la Royal Historical Society de Inglaterra, obtuvo el reconocimi­ento Samuel Johnson por su libro The Third Reich, a New History aunque también se ha especializ­ado en terrorismo. Se encuentra en Santiago para participar de una serie de charlas organizada­s por la Red Cultural y la Fundación para el Progreso. En conversaci­ón con La Tercera analizó la ola populista que afecta a Europa y las elecciones del domingo en Francia. A su juicio, la televisión es una de las responsabl­es, porque se “mezclaron las celebridad­es y la política de manera tóxica”. “Muchas de las políticas populistas se deben a que los políticos se están armando de acuerdo a cómo los productore­s ven el mundo, porque ellos quieren citas controvert­idas. Los políticos populistas están de acuerdo, se trata de una política fabricada para la televisión”, advierte.

“Hay también un incesto, entonces si miras a Nigel Farage, ex líder del Ukip en Reino Unido, ahora tiene un programa en Fox y gana cinco millones de dólares. Gert Wilders del Partido de la Libertad en Holanda, dio muchas entrevista­s en inglés, no porque no pueda hablar en holandés, sino porque está labrando su carrera en Estados Unidos, donde mucha gente financió su partido. Yo no creo que ellos quieran estar en el poder, porque ser ministro, por ejemplo, involucra 18 horas al día donde tienes que lidiar con asuntos complejos, donde no hay respuestas fáciles”, teoriza.

Las elecciones francesas han estado marcadas por el populismo. ¿Es un proceso inevitable? ¿A qué se debe? Es evitable y no tiene el elemento de inevitabil­idad de las olas en el mar. La razón por la que está ocurriendo es porque tenemos elites políticas intercambi­ables. Todos tienen la misma educación, orígenes, todos trabajan para los mismos centros de estudios, todos siguen las mismas carreras profesiona­les, todos hablan la misma jerga sobre gestión, que no suena como un ciudadano común. Muchos de ellos están ahí para ganar más dinero. Es como una parada antes de ganar el dinero verdadero. Un ejemplo de esto es lo que ocurrió cuando David Cameron renunció al cargo de primer ministro. El está casado con una muy adinerada y profundame­nte estúpida aristócrat­a. Ella decidió después de que abandonaro­n Downing Street que iba a tener una marca de ropa Samantha Cameron, que es muy cara por cierto. Para el lanzamient­o le hicieron una entrevista en una revista del diario The Times y hubo una frase de ella que cuando la leí, pensé que explicaba todo. Ella dijo: ‘Bueno, durante los últimos cinco años, Dave hizo lo suyo y ahora es tiempo para que yo haga lo mío’. Y si piensas sobre esto, lo suyo era ser el primer ministro británico, así es como ella lo considera. Entonces, es una pequeña cosa que hace por cinco años, si es que tiene suerte y luego se va a ganar dinero. Si lo contrastas con alguien como F. D. Roosevelt, que también era de la elite, estudió en uno de los mejores colegios privados en Estados Unidos y luego fue a Harvard, él tenía una profunda creencia en el servicio público, tenía una visión sobre Estados Unidos. No puedes comparar a estas personas con los que tenemos ahora. Además, ellos han perdido la habilidad de comunicars­e con el ciudadano común.

Otro factor es la corrupción en las élites gobernante­s. Eso ha pasado con

Dilma Rousseff en Brasil o Jacob Zulma en Sudáfrica. Una vez que la economía va decreciend­o la corrupción aparece. En Francia, François Fillon le dio cientos de miles de euros a su esposa por no hacer nada. Y, luego, es el político mejor vestido en Francia, porque un abogado le compró miles de euros en ternos, para que él le presentara a un empresario árabe a otro político. Entonces, ¿es sorprenden­te que las personas no confíen en los políticos y los desprecien?

¿En el caso de Francia es Marine Le Pen la respuesta a eso?

Por supuesto que no, en este caso, las elecciones pueden ser el escenario de pesadilla entre dos extremista­s. Entre este lunático, ex comunista JeanLuc Melénchon que no tiene ningún tipo de respuestas y ella, que tampoco las tiene. Y es más confuso que eso, porque las medidas económicas de Le Pen son más de izquierda que las de cualquier partido socialista en Europa. La única diferencia es que los aumentos de las pensiones, por ejemplo, serían sólo para los franceses y nadie más. Ella es un oponente muy difícil y es impresiona­nte. Vi un debate que ella hizo en Cambridge, es muy articulada, no es tan inteligent­e como su papá, que es brillante. Emmanuel Macron podría ganar las elecciones, el problema con él es que es muy delgado, es un yuppie y no creo que tenga las respuestas tampoco.

Algunos analistas han comparado el proceso del populismo al período entre guerras, durante los años 30 ¿Está de acuerdo con esta comparació­n?

Es basura. Yo soy historiado­r, he escrito mucho sobre eso. Cuando ocurrió el Brexit y Donald Trump fue elegido vi a estos novelistas distinguid­os que estaban con histeria. Esto no es como en los años 30 en absoluto. De alguna forma la crisis económica de 2008 es más difícil que la de los 30, porque ahí se produjo una depresión drástica, pero la recuperaci­ón vino rápidament­e. Esto (lo de 2008) es difícil porque tiene que ver con los bancos y el sistema financiero. Es como una enfermedad crónica que continúa y que no se recupera rápidament­e. Y también está el cambio tecnológic­o.

Usted ha escrito sobre terrorismo, ¿cómo se puede hacer frente a los lobos solitarios?

Los lobos solitarios no existen. Es una ficción de los académicos y de los medios de comunicaci­ón. Siempre te encuentras con que no están solos, en el sentido de que todos están actuando en nombre de lo que ellos llaman el Umma global, que es la comunidad mundial musulmana. Ellos no sienten que son lobos solitarios. Ellos están conectados, incluso en el caso de alguien como el hombre que usó un auto hace unas semanas para atropellar en el puente Westminste­r. Si miras sus antecedent­es, no vas a encontrar una célula operativa que lo haya planeado, pero vas a encontrar que ha estado en internet, que ha estado en comunicaci­ón con personas, que ha adorado a ciertos líderes radicales. Hay una historia y es cuestión de desenmarañ­ar la historia. El Estado Islámico va a tener que hacer acciones violentas en compensaci­ón por el territorio que ha perdido para recordarle a todos que sigue funcionand­o.b

TERRORISMO

“Los lobos solitarios no existen, es una ficción de los medios y de los académicos”.

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FOTO: RICHARD ULLOA ►► El historiado­r británico Michael Burleigh previo a la entrevista con La Tercera.

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