El reto de la DC
MUCHO MÁS que la reelección o la pérdida de algunos diputados es lo que se juega la DC en su decisión de esta semana. Ha llegado a un punto de su historia en el que debe adoptar ciertas definiciones esenciales: si está dispuesta a ser una fuerza política autónoma, con perfil reconocible, o se resigna a ser arrastrada por la inercia de la mescolanza; si quiere transmitir un mensaje propio a los chilenos, o se somete a la lógica del pragmatismo/oportunismo que está tan en boga; si acepta que le tomen examen de progresismo a cada rato, o defiende sin complejos sus señas de identidad.
Por razones de sobrevivencia, la DC necesita terminar con los equívocos respecto de los valores que la mueven y las causas que la comprometen. Será determinante su visión sobre el futuro del país después de una experiencia de gobierno tan insatisfactoria como la de estos años. La DC recibió un ultimátum de la Nueva Mayoría -no habrá pacto parlamentario si la DC no va a la primaria oficialista-, lo cual es revelador de la crisis terminal de la coalición. Lo que exigen en el fondo es que Goic acepte ser derrotada legalmente por Guillier, y que luego quede obligada a respaldarlo. “Sean amables y acepten suicidarse”, es la propuesta. El dato rotundo es, sin embargo, que si la DC no concurre a la primaria oficialista, vendrá un remezón político fuerte.
La NM tiene defectos de fábrica. Ello está ilustrado por el hecho de que en su seno han convivido hasta hoy los simpatizantes de los gobernantes de Cuba y Venezuela junto a quienes solidarizan con los perseguidos por ellos. Las diferencias se refieren a la valoración de los derechos humanos, la adhesión a la cultura de la libertad, las concepciones sobre el funcionamiento de la economía, el papel del Estado y la iniciativa de las personas. Cuesta imaginar que la NM consiga proyectarse en otro gobierno.
El asunto crucial es si la DC será capaz de defender su lugar bajo el sol, lo que no es contradictorio con la disposición de dialogar y establecer acuerdos con otras fuerzas. Si se deja amedrentar y cede ante la coacción, quienes simpatizan con ella dudarán de apoyarla. Si finalmente se ve obligada a presentar su propia lista al Parlamento, tendrá una oportunidad de recuperar votos que había perdido y de ganar otros.
El reto de la DC es romper con la servidumbre binominal y levantar la voz con firmeza. La candidatura de Goic puede constituirse en noviembre en una opción de voto para muchas personas, de diversas sensibilidades, que quieren gobernabilidad y reformas bien concebidas, y que no quieren votar por Guillier ni por Piñera.
Esa candidatura podría favorecer la confluencia de socialcristianos, socialdemócratas y liberales de centro en una plataforma que ofrezca a Chile una vía de progreso real. Lo primero es dejar atrás este período de confusión y palabrería, en el que las consignas no han dejado pensar bien.
Hay momentos en que lo realista es atreverse a dar un paso difícil. La DC necesita hacer camino al andar.
El asunto crucial es si la DC será capaz de defender su lugar bajo el sol, lo que no es contradictorio con la disposición de dialogar con otras fuerzas.