La Tercera

Posible libertad de Fujimori genera pugnas y división en Perú

El actual gobernante peruano, Pedro Pablo Kuczynski, abrió la puerta a consensuar alguna fórmula para que Alberto Fujimori, de 78 años, pueda cumplir su condena bajo arresto domiciliar­io. Otros apuestan por un indulto, beneficio que incluso divide a la ba

- Por Alejandro Tapia

Su gobierno terminó hace casi 17 años, en medio de un escándalo de corrupción con renuncia por fax desde Japón incluida. Lleva 10 años tras las rejas, de un total de 25 que debe cumplir por dos casos de violacione­s a los DD.HH, pero el recuerdo sobre la gestión y la figura de Alberto Fujimori está muy latente en Perú. De hecho, este año se han recordado dos de los mayores hitos de su régimen: 25 años del autogolpe de 1992 y 20 años de la operación Chavín de Huántar de 1997 que puso fin a la larga toma de rehenes en la residencia del entonces embajador japonés en Lima.

Por eso que las diversas señales sobre una eventual puesta en libertad de Fujimori (1990-2000) han generado gran revuelo y, como tantas otras veces, mucha división. Todo partió la semana pasada, durante una ceremonia de condecorac­ión a comandos que participar­on en el rescate a los rehenes hace dos décadas, después de que el Presidente Pedro Pablo Kuczynski dijera, delante de Keiko Fujimori, que “hay que voltear la página”, en el caso de “El Chino”. La hija del ex gobernante saludó la señal, mientras que el propio Fujimori aprovechó esta rama de olivo y tuiteó, con euforia: “El Presidente Kuczynski propuso voltear la página. ¡Tiene razón!”.

Días después, PPK fue incluso más allá al reconocer que “estamos estudiando el caso de Alberto Fujimori”. El ex Presidente peruano tiene 78 años y padece hipertensi­ón y una lesión cancerígen­a en la lengua. En los últimos meses ha sido hospitaliz­ado de manera reiterada por una hernia en la columna y una gastritis hemorrágic­a. Sus detractore­s consideran que no está tan enfermo y que se trata de una “maniobra comunicaci­onal” para empujar su puesta en libertad.

Las palabras de PPK fueron interpreta­das como la posibilida­d de un indulto, algo que él mismo descartó durante su campaña presidenci­al. Luego, el círculo del gobernante aclaró que en ningún caso el indulto estaba sobre la mesa y que no había nada subterráne­o, ante las especulaci­ones de que el Ejecutivo querría negociar el perdón presidenci­al a cambio de la aprobación de leyes, ya que la bancada fujimorist­a tiene la mayoría en el Congreso.

Pero PPK sí se mostró abierto a empujar un proyecto de ley más amplio, como el que fue presentado el lunes por Roberto Vieira, un congresist­a que en 2016 fue expulsado de las filas del oficialist­a Peruanos Por el Kambio y que propuso que los presos mayores de 75 años y con “alguna enfermedad o estado de salud con pronóstico delicado” gocen de prisión domiciliar­ia. Eso sí, deben haber cumplido un tercio de la condena. En ese caso, Fujimori cumpliría todos los requisitos. Vieira es descrito en Perú como un “admirador” de Fujimori.

El mundo al revés

“Todo es probable”, dice a La Tercera el analista político limeño Luis Benavente, al hablar sobre la eventual puesta en libertad de Fujimori. “Llama la atención que la iniciativa viene del gobierno y el vocero principal es Carlos Bruce, el líder más importante después de Alejandro Toledo en la lucha contra el fujimorism­o en 2000. A su vez, la bancada fujimorist­a ha puesto obst á c ul os por el indulto, e s como el mundo al revés”, agrega.

La lectura más obvia es que PPK intenta acercarse a la oposición fujimorist­a para darle mayor gobernabil­idad al país. Pero hay quienes estiman que también podría tratarse de un intento por di- vidir al fujimorism­o. “El fujimorism­o que controla Keiko ha dicho que el tema del indulto no está en la agenda, mientras los voceros del propio Fujimori dicen que no quieren ninguna ley de ‘prisión domiciliar­ia’, sino que el indulto humanitari­o”, explica a este diario el cientista político y columnista de El Comercio, Pedro Tenorio. “Es evidente que Keiko no quiere tener a su padre libre”, agrega.

En la contienda de 2016, Keiko sufrió su segunda derrota presidenci­al consecutiv­a, principalm­ente porque muchos en Perú aún la asocian con el recuerdo de la gestión de su padre. En eso concuerda Benavente: “Es como el síndrome Le Pen. Hay un sector en el Congreso que sólo reconoce el liderazgo de Keiko y por otro lado figura Kenji, el hijo fa- vorito de Fujimori, que tiene agenda propia y que es ‘albertista’”. Por eso, la tensión entre los hermanos, ambos con ambiciones presidenci­ales podría incrementa­rse aún más. El otro escenario es que si Fujimori es indultado eventualme­nte podría volver a postular a la Presidenci­a, mientras que si queda con arresto domiciliar­io sus derechos seguirían suspendido­s.

Fujimori no sólo divide a sus propios partidario­s, sino que la sociedad peruana está muy fragmentad­a respecto de una eventual puesta en libertad. Una encuesta de GfK del diario La República señaló en marzo que el 33% está a favor de que el ex Presidente siga en prisión, el 26% apoya un indulto y el 37% está de acuerdo con un eventual arresto domiciliar­io. ●

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FOTO: REUTERS ►► Alberto Fujimori durante una audiencia en octubre de 2013.

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