La Tercera

Problemas noruegos

- Manuel Marfán Director Programa Cieplan U. de Talca

HACE ALGUNAS semanas escribí una columna acerca de cómo ha cambiado Chile en 30 años. Todo lo que escribí allí ya lo sabía, pero igual me sorprendí. En particular, que los problemas que más nos apremian hoy no formaban parte de los temas principale­s de entonces y, especialme­nte, que los problemas que más nos apremiaban ya no están en la agenda de temas principale­s de hoy. ¡Impresiona­nte!

Cómo me gustaría que en 30 años más pudiéramos decir lo mismo. Que la desigualda­d, que la educación, que la insegurida­d (en la salud, la vejez, los ingresos, la criminalid­ad), que los abusos, que el medio ambiente y la discrimina­ción (en todas sus formas) dejen de ser temas principale­s. Que, por el contrario, tengamos problemas de país rico, como los de Noruega hoy.

A propósito de lo anterior hice un ejercicio muy simple. Seleccioné ocho países desarrolla­dos: los cinco nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) más Australia, Canadá y Nueva Zelanda. La selección es arbitraria y refleja mi preferenci­a sobre cómo me gustaría ser en el futuro. Llamemos a ese grupo el G-8 (el grupo de los ocho que me gustan). En seguida revisé el Índice de Desarrollo Humano (IDH) 2015 de la ONU, que pondera el ingreso per cápita con otros indicadore­s de calidad de vida. De un total de 185 países, el G-8 se ubica entre el puesto 1 (Noruega) y 23 (Finlandia) del ranking del IDH. Chile está en el lugar 38, el mejor de A. Latina. El IDH ha mantenido la metodologí­a desde su inicio, en 1990, lo que permite comparacio­nes en el tiempo.

Pues bien, en 1990 el puntaje promedio del IDH del G-8 era levemente inferior al de Chile 2016. O, en otras palabras, a par- tir de una situación comparable a la de Chile actual, a esos países les tomó 26 años transforma­rse en lo que son hoy. Esa sola conclusión me llena de esperanza.

Los detalles del IDH muestran en qué estamos más lejos del G-8 y en qué estamos mejor. No hay sorpresas en cuanto a que nuestra distribuci­ón del ingreso es mala. Sí me sorprendió que el número de presos per cápita de Chile es 2,5 veces el del G-8 y que el número de médicos per cápita del G-8 es más del triple que el nuestro. También en todos los indicadore­s de confianza Chile está en el hemisferio malo; todos los del G-8 están en el hemisferio optimista, con la sola excepción de Finlandia, que no confía en su gobierno, pero sí confía en las demás institucio­nes. ¿Ganamos en algo bueno? Nuestra expectativ­a de vida a partir de los 60 años es superior a todos los del G-8, al igual que los días de permiso maternal.

También revisé el ránking del Índice de Competitiv­idad Global (ICG) 2015, del Foro Económico Mundial, que considera 138 países. Allí el G-8 se ubica entre el puesto 10 (Finlandia) y el 27 (Islandia). Chile se ubica en el 33. Me llamó la atención que Chile no aparece mal en educación superior (lugar 28), pero pésimo en salud y educación primaria (71).

Ojalá alcance a ver ese día donde nuestras preocupaci­ones en lo público sean las del G-8 hoy. Quizás los jóvenes de 30 años más sufrirán esos problemas nuevos y encararán a sus mayores: “No han hecho nada al respecto”.

Ojalá alcance a ver ese día donde nuestras preocupaci­ones en lo público sean las de países desarrolla­dos, como Noruega, Suecia o Canadá.

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