La Tercera

Melodrama, pasión y tributo: así es el regreso de Mon Laferte

- Marcelo Contreras

Once canciones de amor y desamor incluye el cuarto álbum que se publica hoy de la cantante chilena, el título local más importante del año y que luce colaboraci­ones de Juanes, Enrique Bunbury y Manuel García.

Hay algo seguro, si es posible dictaminar el futuro en la industria musical: el nuevo disco de Mon Laferte debiera ser un éxito rotundo. El single Amárrame junto a Juanes -la canción más tocada en el país desde marzo y número uno en México para Spotify- presagia que debemos acostumbra­rnos a ver y escuchar a la artista viñamarina con invitados de calibre en sus propios títulos y viceversa. Eso por una parte.

Aún más relevante es que ha conquistad­o a plenitud caracterís­ticas propias, una singularid­ad musical y en su imagen mediante géneros que suman más de medio siglo, literalmen­te la música de abuelos. Mon Laferte escribe e interpreta pop, tal como lo demuestra en La Trenza, con viejos materiales que, dado el panorama actual del género en su sentido más masivo, resultan extraordin­ariamente coloridos, encantador­es y hasta curiosos. Ejemplo: en la canción que cierra este disco y le da nombre, un sentido bolero, hay un solo de contrabajo encajado en el momento preciso.

La Trenza, producido por la cantante y Manú Jalil (“un super talento”, según ella), no es una obra dispuesta a riesgos o experiment­os. No caben devaneos, sino pleno foco en las vetas que le acomodan y encantan, los géneros populares que aprendió de niña junto a su abuela cantando y bailando tangos, y otras músicas de antaño en locales de Valparaíso los domingos por la tarde, que colmaron Mon Laferte Vol.1 (2015), el disco independie­nte jugado como última carta sino volvía a Chile desde México, y que la transformó en un suceso mediante plataforma­s digitales.

De alguna manera, La Trenza vuelve a presentar a la cantante de 33 años, esta vez a un público aún más masivo, que no solo implica una audiencia juvenil. Aborda esos caminos que son la banda sonora de su infancia, los boleros, los valses peruanos, Edith Piaf y la Nueva Ola que le gustaban a su mamá, y algo de folclor, uno de los intereses de su padre.

Así como la gente que atiende ferias y mercados hoy canta Tu falta de querer como si fuera un éxito de siempre, es posible vaticinar que algunas de estas canciones, eventuales singles, corran la misma suerte. El amor con melodrama y pasión siguen siendo los motivos que empu-

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