Reivindicando la emoción
Es una historia muy triste. Después de una relación interrumpida durante años, dos amantes vuelven a encontrarse. Tanto ella como él ahora están casados pero saben que el reencuentro les ofrece una segunda oportunidad. Y basta que se vean para que retomen una relación que nunca terminaron y nunca querrían terminar. El problema es que se trata de un amor imposible (“ni contigo ni sin ti”) y eso precipita un final extremadamente trágico. Tal es la historia del penúltimo largometraje que hizo Francois Truffaut, La mujer de la próxima puerta, y es la película que dejó a Nanni Moretti hundido en la butaca, sin ninguna capacidad de reacción, después de haberla visto en Roma el año 81.
La cinta pertenecía a ese subgénero en que los franceses son maestros: historias de amour fou. Pero no fue eso lo que dejó a Moretti inmovilizado. Fue allí que descubrió la fuerza que podía alcanzar la emoción químicamente pura en el cine. Dice que después de eso sus películas –inteligentes, lúcidas, irónicas, divertidas a veces- entregaron a la emoción una importancia que hasta entonces sus trabajos no habían concedido.
Fue fantástico escuchar al director de obras como Caro Diario, Aprile, La habitación del hijo, Habemus Papa o Mia madre, entre otras, hablando de su trabajo y de la manera en que llegó a erigirse en una voz potente e inconfundible del cine italiano actual. La conversación que tuvo en Lo Contador con Alan Pauls en el marco del programa La Ciudad y las Palabras del Doctorado de Arquitectura de la UC fue de esos momentos que nunca olvidarán los cinéfilos que fueron a escucharlo. Moretti, además de ser un actor expresivo, es