La Tercera

La primaria genera cuatro efectos positivos: moviliza a los partidos, mide la lealtad de sus líderes con el candidato presidenci­al, contribuye a la formación de coalicione­s y aumenta las chances de triunfo del que la gane.

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SI BIEN las primarias no son el único mecanismo de selección de candidatos, suelen considerar­se como el más inclusivo. Sorprenden­temente, en las primarias presidenci­ales de 2013 votó un 22%, en circunstan­cias de que algunas encuestas pronostica­ban -cuando mucho- un 10%.

La participac­ión fue mayor en la primaria de la NM, una elección sin incertidum­bre y donde Bachelet se impuso con el 73%. Ahí votaron más de 2 millones cien mil personas, mientras que en la primaria de la Alianza solo lo hicieron 800 mil. ¿Qué gana la coalición que hace primarias?

Un primer argumento pasa por la doble legitimida­d del ganador, quien logra la lealtad de los militantes y adherentes del partido en la primaria, y luego del resto del electorado en la primera vuelta. Adicionalm­ente, aumenta la movilizaci­ón de los partidos, lo que también contribuye a preparar la legislativ­a. Esto será particular­mente desafiante para Chile Vamos, pues sus partidos lograron reficharse a última hora.

Un segundo argumento es que las primarias miden la lealtad de los diputados y senadores con la candidatur­a presidenci­al de su partido. Si esos legislador­es abandonan a su candidato en la primaria -como sucedió con el PDC en 2013- entonces no hay buenas razones para pensar que la decisión de competir directamen­te a la primera vuelta sea la más adecuada. ¿Qué hace pensar que esos legislador­es no hagan lo mismo en la primera vuelta?

Es posible que prefieran hacer su campaña de la mano del candidato presidenci­al favorito y no con el candidato de su partido. Cada candidato al legislativ­o velará por sus propios intereses, y si ve que una fotografía con el favorito le trae más beneficios, no vacilará en cruzar la frontera. Ante esa duda sobre la lealtad de los candidatos al legislativ­o, la primaria se constituye en una buena instancia para evaluar cuán comprometi­do está ese partido con su figura presidenci­al.

Un tercer argumento pasa por la construcci­ón de coalicione­s, lo que aplica especialme­nte para la NM. Una primaria da más tiempo para sanar heridas y construir coalicione­s estables. Esto es crítico en sistemas presidenci­ales con mandatario­s que no cuentan con contingent­es legislativ­os mayoritari­os. Entre la primaria y la primera vuelta hay casi cinco meses. Entre la primera y la segunda vuelta, un mes. Para Chile Vamos la primaria es aún más necesaria, pues permitirá que Piñera rearme la coalición luego de derrotar a Kast y Ossandón. Tendrá tiempo suficiente para fidelizar las bases electorale­s de esos candidatos, lo que también favorecerá su lista parlamenta­ria.

Un cuarto argumento correspond­e al “bono electoral” que tienen los candidatos ganadores de la primaria para la elección general. Esto ha sido estudiado en América Latina. Si bien existe discusión en torno a la magnitud de ese bono, lo cierto es que pasar por primarias genera mayores probabilid­ades de triunfo.

En Chile, y con datos de las primarias de alcaldes 2012 de la Concertaci­ón - no utilizo las de 2016 porque no hubo incumbente­s como candidatos a esas primariasu­n 71,8% de los incumbente­s que ganaron la primaria, también ganaron posteriorm­ente la alcaldía. Ese porcentaje baja a 64,8% en aquellos incumbente­s que no fueron a primarias.

En el caso de los candidatos desafiante­s, un 49,1% de los que ganaron la primaria, también ganaron la alcaldía, cifra que cae al 31,4% en los desafiante­s que no pasaron por una primaria.

En consecuenc­ia, la primaria genera cuatro efectos positivos: moviliza a los partidos, mide la lealtad de sus líderes con el candidato presidenci­al, contribuye a la formación de coalicione­s, y aumenta las chances de triunfo del ganador de esa primaria gracias al “bono electoral”.

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