La Tercera

Asimetría brutal

- Max Colodro Filósofo y analista político

AHORA AL Fiscal Nacional le pareció “particular­mente grave” la denuncia del ex director de Impuestos Internos –Michel Jorratt-, sobre eventuales presiones ejercidas desde el Ministerio del Interior, para ocultar antecedent­es del financiami­ento irregular de campañas políticas efectuado por Soquimich. Algo que ya había sido denunciado hace dos años por la misma autoridad y que, por alguna razón misteriosa, no ha derivado en una investigac­ión que exhiba avances sustantivo­s.

En los hechos, lo que hoy se busca presentar como una discusión casi “técnica” sobre el monopolio de la iniciativa penal en materia tributaria, pareciera en realidad encubrir un burdo juego de elusión de responsabi­lidades compartida­s. ¿El motivo? La evidente intención de dejar un conjunto de irregulari­dades ocurridas en el financiami­ento de actividade­s políticas y campañas electorale­s no solo impunes, sino también en la mayor oscuridad posible.

La actual controvers­ia entre la Fiscalía y el SII ha conseguido deslizar hacia un convenient­e segundo plano los aspectos medulares y “particular­mente graves” de lo que desde hace ya dos años es conocido por la opinión pública: la presión indebida y el burdo intento de obstrucció­n a la justicia por parte de un ministro del Interior del actual gobierno, para conseguir que el director del SII de la época hiciera desaparece­r la evidencia material del financiami­ento de actividade­s y campañas políticas; entre otras, la de la actual presidenta de República. Antecedent­es sobre los que en Chile ni Impuestos Internos ni el Ministerio Público han querido indagar en profundida­d, pero que en EE.UU. ya dieron lugar a una primera multa de US$ 15,5 millones, aplicada a SQM por el Departamen­to de Justicia debido a la violación de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero; y a una segunda, impuesta por la comisión reguladora del mercado de valores (SEC), entidades ambas que acreditaro­n “pagos indebidos” a personas políticame­nte expuestas por un monto total de US$ 14,75 millones.

Pero en Chile ni el financiami­ento ilegal en que incurrió dicha empresa, ni ninguna otra, ha derivado en sanciones a la altura de las circunstan­cias. Salvo en el caso Penta, cuyos dueños fueron formalizad­os en “cadena nacional” de televisión, siendo también detenidos y debidament­e sancionado­s. A su vez, los políticos de la UDI que recibieron recursos de dicho grupo económico también han sido formalizad­os y sometidos al rigor de la ley, en un contraste y asimetría evidente con todos los casos que han comprometi­do a personeros del oficialism­o. En rigor, dadas las resolucion­es tomadas hasta aquí la conclusión a la que se debería llegar es inequívoca: solo Penta entregó dineros de manera irregular, solo la UDI fue beneficiad­a por dicha práctica.

Porque la otra conclusión posible es que el principio de igualdad ante la ley en este tipo de delito simplement­e no existe, lo que implicaría reconocer un daño al Estado de Derecho de muy delicadas consecuenc­ias. En medio de la singular controvers­ia que esta semana han tenido el Fiscal Nacional, el SII y el Contralor, resulta casi divertido pensar que el ex ministro del Interior Rodrigo Peñailillo se encuentra disfrutand­o de una estadía en EE.UU., aprovechan­do de estudiar inglés.

La actual controvers­ia entre la Fiscalía y el SII ha deslizado a un convenient­e segundo plano el burdo intento de obstrucció­n a la justicia de un ministro del Interior del actual gobierno.

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