Con los nuevos megatelescopios esas galaxias más primitivas podrán observarse por primera vez.
Hoy no se pueden ver las galaxias que nacieron en los primeros 500 millones de años del Universo.
LAS matemáticas no eran lo suyo. A Guillermo Blanc le gustaba leer. Por eso su padre, abogado y funcionario de la Biblioteca del Congreso Nacional, le regalaba libros. Uno de ellos marcó su rumbo: Luz Antigua, de Alan Lightman, una breve historia de la astronomía del siglo XX. “Tenía 15 años y me fasciné. Comencé a comprarme más libros de astronomía y decidí que quería estudiar eso. Así que tuve que aplicarme con los números y la física”, dice Guillermo Blanc (34 años), doctor en astronomía de la U. de Texas en Austin, investigador de la Carnegie Institution for Science (EE.UU) y profesor adjunto de la U. de Chile. “Y bombero de la 5ta Compañía de Santiago”, agrega.
El foco de su trabajo son las galaxias. Estudiar sus propiedades, formas, tamaños, su composición y estructura química.
Su objetivo: entender los procesos a través de los cuáles éstas se forman y han evolucionado a lo largo de la historia del Universo.
Blanc descubrió en 2015 un nuevo método para estudiar las galaxias lejanas, midiendo un tipo de radiación relacionada con el hidrógeno. “Mientras más estrellas tiene una galaxia esa radiación es más tenue”.
Dirige investigaciones de dos estudiantes de doctorado en la U. de Chile sobre la formación de nuevas estrellas y las propiedades del gas y el polvo interestelar en galaxias, y participa, junto a otros 20 astrónomos de Alemania, EE.UU., Canadá, Francia y Chile en un estudio que busca mapear 80 de las galaxias más cercanas a la nuestra, para estudiarlas en