El agua y la posverdad
tanto no se adopten políticas que desarticulen tal malformación económica de desarrollo, muchas madres llorarán las desventuras que sus hijos e hijas padecerán por creer en tal espejismo.
Marcelo Saavedra Pérez Señor director:
La posverdad es una cultura política que busca modelar la opinión pública a través de debates alimentados con argumentos que apelan a las emociones y que, en gran medida, suelen estar desconectados de la evidencia. Esta práctica es ejercida por actores que luego ignoran las refutaciones fácticas a sus aseveraciones. Comprobar lo que se dice es secundario. Es un fenómeno contemporáneo de alcance global, que ha encontrado tierra fértil en el debate sobre el agua, recurso eminentemente social.
Lo advertíamos hace 12 años en una publicación sobre el uso intensivo del agua subterránea en Chile: “Los ciudadanos están cada vez más sensibles sobre los problemas del agua, pero no necesariamente más informados”. Ahora el fenómeno no tiene que ver con poca información, sino con mala información. Vemos que se publicitan afirmaciones como (cito): “El agua no es un recurso renovable porque se agota”; “el agua se va acabar, y lo que no hagamos hoy no lo van a pagar nuestros nietos, sino nuestros hijos”; “¿Cuánto va a durar el agua? Cincuenta años en el escenario más optimista, pero otros hablan de 20 años o incluso 10” o “Copiapó solo tiene agua potable para los próximos tres años”.
Vivimos una era en que la comprobación es reemplazada por la presunción. Es hora de que los especialistas y los actores políticos contribuyamos a generar un puente entre las ciencias hídricas y la política. Nunca ha sido más necesario.