Brasil: realismo mágico
La difusión de la grabación según la cual supuestamente el presidente Michel Temer avala pagos, para evitar que el depuesto presidente de la Cámara de Diputados del Brasil (Eduardo Cunha) “hable” y perjudique sus intereses, desató una crisis política de proporciones, luego de sólo 13 meses que la ex-presidenta Dilma Rousseff fuera depuesta también de su cargo por corrupción y reemplazada por él. Parece ficción insertada en la realidad, tal cual la famosa corriente literaria latinoamericana.
El efecto de cortísimo plazo fue la estrepitosa caída de los precios de los activos brasileños que se trajo abajo al resto de los de América Latina. Las acciones brasileñas cayeron más de 16%, en dólares, al día siguiente de la noticia, medidas por el ETF EWZ, que replica el índice accionario MSCI Brasil. Por su parte, la bolsa de Sao Paulo se desplomó 8,8%, y el real se depreció 7% ese día.
El EWZ se ha recuperado 6,5% desde su mínimo de este episodio, aunque aún está 10,9% por debajo del nivel pre escándalo.
A poco más de dos semanas de la difusión de la grabación, se han sucedido una vorágine de eventos y potenciales desenlaces, ampliamente difundidos y analizados desde diversos ángulos.
El escenario base más “benigno” es que Temer deje el poder en el menor tiempo posible. La vía más rápida –y que sería viable- es insólitamente, un juicio en el que el Tribunal Supremo Electoral invalide las elecciones de 2014 por financiamiento ilegal de la campaña “Dilma – Temer”. Juicio que ya estaba en curso desde antes, en pausa desde abril pasado, y que se reanudaría el próximo martes 6 de junio y debiera finalizar el viernes 9 del mismo mes. Cabe la posibilidad que se vuelva a postergar, lo que dilataría este escenario por semanas…o meses.
Los otros 3 escenarios que sacarían a Temer del poder son (i) la renuncia (a la que Temer, al menos en sus declaraciones públicas, se niega); (ii) un juicio en la Corte Suprema de Justicia o (iii) un nuevo impeachment. El primero parece improbable y los otros dos tardarían demasiado, para resolverse probablemente ad portas a la elecciones presidenciales de 2018.
La siguiente etapa es que si Temer abandona la presidencia, se llamaría a elecciones indirectas en el Congreso. En éstas, la coalición de PMDB/PSBD (dominante en el Congreso) no tendría mayores dificultades para elegir a un gobernante que continúe en la línea de las reformas pro crecimiento y de convergencia fiscal.
Más allá de lo político, en lo que a los fundamentos de la economía y el mercado brasileño respecta, un atraso significativo en la agenda de reformas es perjudicial, por lo que mientras más rápido se produzca el desenlace, mejor. En cuanto a la senda en que está parada la economía brasileña hoy, es considerablemente más sólida que hace un año atrás. El PIB brasileño pasaría de haberse contraído 3,6% en 2016 a crecer 0,2% en 2017 (FMI) y los indicadores líderes (anticipan la actividad en los próximos 6 a 12 meses), ya están en terreno de expansión. Otro flanco significativo, la inflación, pasó de 9,3% anual en diciembre de 2016 a
4,1% actualmente, lo que ha permitido al Banco Central bajar tasas y estimular la actividad. De hecho, la tasa de política monetaria pasó de 13,75% a 10,25% en el mismo período.
Los precios de los activos brasileños se recuperaron de las caídas iniciales y se mantienen estables. El análisis de flujos sugiere algo similar. La semana siguiente al escándalo entraron más de 750 millones de dólares a fondos accionarios brasileños (casi la totalidad de lo que entró a América Latina).
A pesar de la incertidumbre y escasa visibilidad, los mercados parecen estar otorgándole el beneficio de la duda a Brasil, de acuerdo al alza observada en los precios de las acciones de casi 100% desde los mínimos alcanzados a principios de 2016 (pre impeachment de Rousseff).
El mercado nos está señalando que este episodio es sólo un paréntesis en un necesario proceso de ordenamiento fiscal y de reformas estructurales pro crecimiento.