La Tercera

“Se ha pretendido transforma­r la ignorancia en una especie de virtud cívica”

► El influyente columnista reclama que “el no tener ideas claras sino sueños” y el “buenismo” se hayan impuesto en la campaña de las primarias presidenci­ales. ► Cree que ningún candidato ha conseguido interpreta­r el malestar imperante. Pese a ello, apuest

- David Muñoz

El jueves, el rector de la Universida­d Diego Portales, Carlos Peña, acostumbra­do a hablarles a las élites –y hablar sobre ellas- desde su tribuna semanal en El Mercurio, le habló a gran parte de la élite económica de este país reunida en un seminario organizado por la corredora Larraín Vial. Y les habló de política, del momento crucial que vive el país después de una inédita campaña de primarias que considera “sombría y pesimista” y de la que es escéptico. Peña cree que el gran problema de la actual contienda presidenci­al es que ninguna alternativ­a es capaz de representa­r las necesidade­s de lo que llama “sectores medios” de la sociedad.

¿Cree usted que se logró instalar la sensación de que hay una elección presidenci­al en juego capaz de movilizar a los chilenos en las primarias de este fin de semana?

La elección de mañana es la primera que se realiza bajo las nuevas reglas, con financiami­ento público y poca exposición a la propaganda; salvo, claro, la franja. Si se agrega a ello que no participan todas las fuerzas políticas, que el desempeño de los candidatos ha sido pobre, que la competenci­a en un caso ha parecido una rencilla y el otro una conversaci­ón amable, y que, a pesar de la retórica a veces encendida de la franja, Chile no parece estar al borde del abismo, no creo que haya una gran movilizaci­ón. Así las cosas, hay que medir la intensidad de la participac­ión por relación al tamaño de las fuerzas políticas más que en relación a todo el padrón electoral. Si es así, el millón de votos no es una cifra desmesurad­a para Chile Vamos y doscientos mil votos sería un buen resultado para el Frente Amplio.

¿Qué es lo que está en juego, a su juicio, en esta elección primaria?

Lo que parece estar en juego es la hegemonía actual o futura de cada sector político. En el caso de la izquierda, si acaso predominar­án los sectores que riñen con la modernizac­ión capitalist­a y aspiran a modificarl­a radicalmen­te o si, en cambio, seguirán siendo hegemónico­s los sectores que han conducido esa modernizac­ión (que si bien están ausentes de la primaria, algo pesarán con su abstención y su silencio). En el caso de la derecha se sabrá cuál de los tres proyectos en competenci­a hegemoniza­rá al sector: si la derecha modernizad­ora (Kast y Piñera); si la vertiente socialcris­tiana (cuyo representa­nte Ossandón parece desgraciad­amente confundir lo popular con lo vulgar, y la sencillez con la ignorancia); o si la vertiente más conservado­ra que no se avergüenza ni de la dictadura ni de sus conviccion­es morales (José Antonio Kast). En efecto, parece haber dos diagnóstic­os encontrado­s. Y ambos, me temo, equivocado­s. Después de todo, hay un cierto malestar y desasosieg­o, es verdad; pero el ni es fruto de un estancamie­nto, ni tampoco de un agotamient­o de la modernizac­ión. Se trata, en cambio, de un fenómeno que suele acompañar a procesos de modernizac­ión rápida como el que Chile ha experiment­ado y que tiene, me parece, tres componente­s: hay desde luego uno generacion­al. La generación entre 18 a 24 años es la más escolariza­da de la que nunca antes hubo en la historia de Chile. Y es natural que esa generación, más ilustrada y autónoma, mire con desdén y por encima del hombro lo que hicieron las generacion­es que le antecedier­on. Son los hijos de la modernizac­ión cuyas expectativ­as son, por supuesto, más dinámicas y exigentes. Se suma a ello el hecho de que las mayorías que han experiment­ado el aumento del consumo y del acceso a la educación, esperaban encontrar en los bienes a los que ahora acceden la distinción que proveían cuando solo una minoría accedía y ellos los miraban a la distancia. Pero ocurre que esos bienes (los certificad­os universita­rios, el acceso a ciertos bienes estatutari­os como el automóvil, etcétera) pierden esa aura cuando son de mayorías y eso es una causa muy importante de desasosieg­o y frustració­n. Y en fin, se encuentra el hecho de que las sociedades que se modernizan viven siempre en una dialéctica de progreso y desilusión porque transitan de deseo en deseo y no, como a veces se cree, de satisfacci­ón en satisfacci­ón. Ninguna de esas cosas revelan estancamie­nto o agotamient­o.

Usted dijo hace días en el seminario que el ex presidente Piñera bien puede ganar esta elección, pero que es poco probable que la derecha logre “curar las heridas” de este proceso de modernizac­ión...

Bueno es lo mismo que acabamos de ver. Si Piñera piensa que todo lo que hay que hacer es dinamizar la economía, las cosas irán mejor, sin duda, pero las fuentes del desasosieg­o seguirán allí. Lo que me parece más bien -y fue esto lo que planteé en ese seminario- es que en los tiempos que vienen se requerirá, sin duda, buenas políticas públicas, pero sobre todo se requerirá de la Política, así, con mayúscula: de la capacidad de orientar y contener las expectativ­as de las personas apelando a su inteligenc­ia y su racionalid­ad; de conferir reconocimi­ento a los nuevos grupos medios que se sienten en una situación de tránsito, y de elaborar un proyecto que sea capaz de distinguir entre las desigualda­des merecidas que son producto del mérito y del esfuerzo personal y las desigualda­des inmerecida­s que se deben a la herencia o a cualidades adscritas que nada tienen que ver con el desempeño. Las sociedades para funcionar requieren políticas públicas bien diseñadas, no cabe duda, pero también requieren de buena Política, de esa dimensión simbólica de la vida compartida que en algunos momentos solo la Política es capaz de proveer.

¿Y el Frente Amplio, cuyo diagnóstic­o surge de un supuesto “malestar social”, será capaz de representa­r a estos sectores medios de los que usted habla?

Me parece que no. Por el contrario, creo que esos diagnóstic­os están muy distantes de la sensibilid­ad de esos grupos medios cuya caracterís­tica es el anhelo de bienes estatutari­os, el orgullo por su trayectori­a vital y la renuencia a adherir a sueños colectivos.

La franja electoral -de ambos conglomera­dosha estado marcada por estos “sueños colectivos”...

Son discursos muy sombríos, que retratan a Chile como si fuera una especie de reino de la injusticia, de la desigualda­d, de la explotació­n, en el caso del Frente Amplio; o como si Chile fuera un país mediocre, estancado, empeñado en dispararse en los pies como lo muestra Chile Vamos. Y no es ni lo uno ni lo otro. Ni somos un país deseoso de vivir como si habitáramo­s una especie de compacto arrecife de coral, todos unidos, cohesionad­os, iguales, ni somos tampoco una sociedad solo preocupada de la mera individual­idad. Somos una sociedad bastante razonable, con personas satisfecha­s en términos generales con su vida personal, con grupos sociales que cuando se miran intergener­acionalmen­te experiment­an o han experiment­ado un gran ascenso y los problemas que padecemos son típicos de una sociedad de clase media, que ha elevado su ingreso y disminuido la pobreza y que ha cambiado sus expectativ­as, y me parece que hemos leído mal: en el afán de extremar las cosas, nos estamos deslizando hacia diagnóstic­os profundame­nte erróneos y ya sabemos lo que producen los diagnóstic­os erróneos, producen malas políticas y tropiezos.

“Me atrevo a augurar que en la siguiente elección el Frente Amplio va a estar muy por debajo de las expectativ­as”.

“Cuando se le pregunta por su programa y la respuesta es que lo va a hacer en diálogo con la ciudadanía, es una forma entre populista y obvia”.

¿Cuánto pierde el conglomera­do oficialist­a, a su juicio, al no estar en las primarias presidenci­ales?

Pierde menos de lo que pudo pensarse antes de que la campaña comenzara. Si la campaña -especialme­nte de la derecha- hubiera sido más racional, con mayor sentido de lealtad entre sus miembros y apelando a los grupos de los que hemos hablado, la ausencia de la Nueva Mayoría habría sido un desastre. Pero ha sido tan malo el desempeño de la derecha, por momentos tan vergonzoso el espectácul­o que han dado (Piñera hecho un manojo de tics y con un discurso maquinal; Kast a veces balbuceant­e y muy informal; Ossandón agresivo y rozando lo vulgar), que estar al margen de eso puede ser, si se lo aprovecha bien, casi un activo.

¿Considera usted que esta elección está abierta, o “líquida” como se ha dicho y que cualquier cosa pueda

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