OTRA COSA ES SIN GUITARRA
Afalta de héroes de las seis cuerdas, Gibson y Fender venden menos unidades. Ningún chico corre a una tienda porque en los grupos rock millenials las guitarras van de adorno. Esto no es de ahora. The Killers y Coldplay, padres espirituales de artistas como Imagine Dragons y baluartes del rock anodino propio del nuevo milenio, han mantenido a sus respectivos ejecutantes en discretos segundos planos, tibios aprendices de la alquimia de The Edge de escasos acordes y muchos efectos. En esta generación musical donde la figura clásica del rock star tampoco existe (ahora son padres y maridos ejemplares), importa la voz y un tambor épico detrás. El fin es realzar ese canto tendiente a emitir un mensaje con un trasfondo de autoayuda y la eterna persecución de los sueños, más o menos lo mismo propuesto por las estrellas teen de Disney.
Para el líder y vocalista Dan Reynolds, un tipo que padece depresión y una variable de artritis en la columna, Evolve es un triunfo. Le ayudó a salir del atolladero anímico en el que estaba con el segundo álbum Smoke + Mirrors (2015), una obra que al menos musicalmente no delataba brumas sino siempre ese acento épico, optimista y con cierto aire marcial, que convierte al conjunto en material propicio para campañas publicitarias.
Uno de los temas de Reynolds es subrayar sus triunfos, tal como las figuras del hip hop lo hacen. Con solo dos álbumes Imagine Dragons acumula 9 millones de copias vendidas y diversos premios incluyendo un Grammy. Whatever it takes y Thunder describen ese proceso de éxito. De chico nadie le compraba, se burlaban de él. Ahora está en un escenario encantando a miles haciendo lo que le gusta. Ambas canciones son una demostración de versatilidad de Reynolds convertido en un hiphopero y un intérprete de R&B respectivamente, con escasísimos rastros de rock, sino más bien una especie de world music para tomarse las manos y bailar en comunidad a la búsqueda de un estado litúrgico. Believer y Walking the wire se revisten de ese espíritu, títulos aparentemente contagiosos y a la vez carentes de músculo y consistencia por esta economía en la arquitectura de Imagine Dragons. Todo se levanta en apenas dos pilares, lo que Reynolds cante, armonice y multiplique con su propia voz, junto al pulso que llama a una batalla para disfrutar la vida.
Por filosofía y motivos Imagine Dragons no solo se acerca al cancionero Disney, sino también al tipo de EDM (Electronic Dance Music) impuesto por David Guetta, donde impera el ánimo de celebración comedida, bajo control, sin exabruptos, todos códigos que de rock no tienen nada.