La Tercera

OTRA COSA ES SIN GUITARRA

- Marcelo Contreras Crítico de música

Afalta de héroes de las seis cuerdas, Gibson y Fender venden menos unidades. Ningún chico corre a una tienda porque en los grupos rock millenials las guitarras van de adorno. Esto no es de ahora. The Killers y Coldplay, padres espiritual­es de artistas como Imagine Dragons y baluartes del rock anodino propio del nuevo milenio, han mantenido a sus respectivo­s ejecutante­s en discretos segundos planos, tibios aprendices de la alquimia de The Edge de escasos acordes y muchos efectos. En esta generación musical donde la figura clásica del rock star tampoco existe (ahora son padres y maridos ejemplares), importa la voz y un tambor épico detrás. El fin es realzar ese canto tendiente a emitir un mensaje con un trasfondo de autoayuda y la eterna persecució­n de los sueños, más o menos lo mismo propuesto por las estrellas teen de Disney.

Para el líder y vocalista Dan Reynolds, un tipo que padece depresión y una variable de artritis en la columna, Evolve es un triunfo. Le ayudó a salir del atolladero anímico en el que estaba con el segundo álbum Smoke + Mirrors (2015), una obra que al menos musicalmen­te no delataba brumas sino siempre ese acento épico, optimista y con cierto aire marcial, que convierte al conjunto en material propicio para campañas publicitar­ias.

Uno de los temas de Reynolds es subrayar sus triunfos, tal como las figuras del hip hop lo hacen. Con solo dos álbumes Imagine Dragons acumula 9 millones de copias vendidas y diversos premios incluyendo un Grammy. Whatever it takes y Thunder describen ese proceso de éxito. De chico nadie le compraba, se burlaban de él. Ahora está en un escenario encantando a miles haciendo lo que le gusta. Ambas canciones son una demostraci­ón de versatilid­ad de Reynolds convertido en un hiphopero y un intérprete de R&B respectiva­mente, con escasísimo­s rastros de rock, sino más bien una especie de world music para tomarse las manos y bailar en comunidad a la búsqueda de un estado litúrgico. Believer y Walking the wire se revisten de ese espíritu, títulos aparenteme­nte contagioso­s y a la vez carentes de músculo y consistenc­ia por esta economía en la arquitectu­ra de Imagine Dragons. Todo se levanta en apenas dos pilares, lo que Reynolds cante, armonice y multipliqu­e con su propia voz, junto al pulso que llama a una batalla para disfrutar la vida.

Por filosofía y motivos Imagine Dragons no solo se acerca al cancionero Disney, sino también al tipo de EDM (Electronic Dance Music) impuesto por David Guetta, donde impera el ánimo de celebració­n comedida, bajo control, sin exabruptos, todos códigos que de rock no tienen nada.

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Imagine Dragons
Evolve Imagine Dragons

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