La Tercera

El futuro del pasado

- Sergio I. Melnick @melnickser­gio

EL FUTURO es intrínseca­mente impredecib­le en el largo plazo porque el ver futuros posibles por sí mismo afecta el presente. Es decir, aunque parezca una paradoja, que lo es, el presente afecta al futuro de la misma manera que el futuro afecta al presente. La economía moderna ha avanzado mucho en este terreno y habla de las expectativ­as racionales (vs. adaptativa­s). En este gobierno no entienden mucho de estas teorías y por eso no logran comprender cómo han deteriorad­o todo. Cuando Guillier declara ser el continuado­r de este gobierno, si sube su probabilid­ad de gobernar, la economía se deteriora de inmediato, para qué hablar de otras posiciones más extremas.

Entonces, en los hechos, hay un futuro del pasado cuando solo proyectamo­s historia o cuando queremos volver atrás, un futuro del presente en que nos creemos dioses capaces de construir el futuro que nos plazca, y un futuro del futuro que emerge de lo que aun ni siquiera conocemos. Del conflicto e interacció­n de estos tres futuros emerge el que finalmente lo será.

Pues bien, la política chilena, con honrosas excepcione­s, parece solo conocer el futuro del pasado. Sorprenden­temente, los jóvenes talentosos del Frente Amplio, que para mí debieran representa­r el futuro de futuro, apenas repiten añejas ideas de sus abuelos. Peor aún, lo hacen como si se hubieran iluminado. “Hay que terminar el modelo extractivi­sta y generar más valor agregado” es la revelación creativa que proclaman. Una idea más vieja que el hilo negro; de hecho, partió en los años 40 del siglo pasado. Hasta los radicales la sabían e impulsaron la Corfo y la industrial­ización vía el Estado. Pero no era fácil. El proteccion­is- mo que requería no permitía que fueran competitiv­as. Hasta autos se trataron de fabricar en Chile en el intento de tener más valor agregado.

Por otro lado, el actual gobierno solo cree en el futuro del presente mirando por el retrovisor. Dicen que por las reformas hay que pagar un costo, que los beneficios son a largo plazo. Lo cierto es que da lo mismo el “costo” de las reformas estructura­les y si dejan al país más atrás que donde partió que es lo que ocurre en Chile. Creen que están avanzando y creando historia. La cosa de fondo para ellos es el poder, y hay que mantenerlo a como dé lugar, el síndrome de los Castro. Es que ellos se sienten moralmente superiores y por ello “deben” gobernar.

La derecha no lo hace mucho mejor. También es ejemplo del futuro del pasado. La derecha no se caracteriz­a por ser ni muy creativa, ni de aportar nuevas ideas para el desarrollo nacional. Tiende a ser conservado­ra y una buena parte de ésta sigue anclada a religiones en que el futuro deseado está en el “otro mundo”. La derecha cree en la libertad, y postula que es el ejercicio de ésta la que genera el mejor futuro.

Todas las vertientes del populismo, que hoy brotan a raudales en nuestro país, son expresione­s del futuro del presente. Pan para hoy, hambre para mañana. Jamás el populismo ha logrado el desarrollo cuando se ha intentado.

Necesitamo­s a los millennial­s más involucrad­os en lo colectivo. Las viejas ideologías ya no responden a los problemas de la actualidad, menos las del futuro. La democracia no se ha modernizad­o en siglos y ya no es capaz de resolver las dinámicas sociales de la actualidad. En la era del conocimien­to no hay espacio para políticos ignorantes pero populares. En la era de internet y de la inteligenc­ia artificial no hay espacio para asambleas y cabildos. La pobreza y segregació­n del futuro viene de la brecha digital, no del ingreso.

Todo lo anterior descansa en la calidad de la educación, no de la gratuidad para un sistema del pasado. También de la modernizac­ión (calidad) del Estado, no de su creciente obesidad (tamaño). El mejor futuro posible resulta de la colaboraci­ón, no de la eliminació­n del adversario, menos de las retroexcav­adoras.

Como vemos, Chile es un país que mira hacia atrás más que adelante y, de seguir así, el futuro será repetir una y otra vez los mismos errores.

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