La Tercera

Falta la campaña

- Carlos Ominami Economista

LOS BUENOS resultados en las primarias del 2 de julio de Chile Vamos en general y de Sebastián Piñera en particular son innegables. La derecha dio muestra de una capacidad de movilizaci­ón y de una organizaci­ón territoria­l de las que no disponía. Objetivame­nte, el expresiden­te ha consolidad­o su condición de gran favorito.

Pero, el mundo está lleno de favoritos que a la postre han terminado derrotados o conseguido muy exiguas victorias. Lo viví muy de cerca en las primarias de 1999. En mayo de ese año, Lagos se impuso por 70% a 30% a Andrés Zaldívar en una votación en la que participó un número semejante de votantes (1,2 millones) al de la primarias de Chile Vamos. En ese momento, nadie dudaba de que con ese resultado Ricardo Lagos era ya el futuro Presidente de Chile. Joaquín Lavín, el retador, aparecía sin la más mínima chance. En pocos meses las curvas se invirtiero­n y finalmente terminamos ganando por muy poco.

Otro ejemplo interesant­e. La Primera Ministra de Inglaterra, Theresa May, convocó a elecciones anticipada­s, segura de poder traducir en votos y escaños los 20 puntos de diferencia que la separaban en las encuestas de Jeremy Corbyn, el histórico líder laborista. Los medios de comunicaci­ón considerab­an a este último un líder retrógrado que conduciría al laborismo al precipicio. En tres semanas de campaña todo se dio vuelta. Los conservado­res perdieron en las elecciones del 8 de junio la mayoría absoluta de la que gozaban y los laboristas alcanzaron su mejor resultado de los últimos 20 años.

Los resultados de las primarias, y más aún de las encuestas, se pueden desafiar y modificar. Para eso está la política y para eso justamente son las campañas.

Aquí radica el problema. La derecha lleva años en campaña, desplegand­o una dura oposición. Pero del lado de la centroizqu­ierda no hay prácticame­nte nada. Es casi como un conjunto vacío. Guillier no está todavía inscrito como candidato y sus propuestas son difusas, Carolina Goic lucha desesperad­amente para convencer que puede llegar a noviembre, MEO se mantiene invisibili­zado. Lo más dinámico en este cuadro es el Frente Amplio, que ha conseguido constituir­se en un nuevo actor pero que objetivame­nte con su votación del domingo pasado está todavía lejos de representa­r una opción real.

Si esto sigue así, la derrota de la centroizqu­ierda es inevitable y puede adquirir caracteres de catástrofe. Este es el peligro que nos amenaza. Cuatro meses son poco tiempo para grandes arreglos electorale­s, pero suficiente­s para generar un debate que muestre que hay en juego en estas elecciones cuestiones muy relevantes para la vida de las personas. En el fondo se trata de dos proyectos de sociedad: uno fundamenta­do en los negocios y la mercantili­zación de todos los ámbitos de la vida social. Otro, basado en derechos sociales. La previsión, la salud (general y reproducti­va) o la educación de las grandes mayorías serán sustancial­mente distintas según se imponga uno u otro proyecto.

Una campaña consiste justamente en explicar las cuestiones centrales que se juegan. Existen diferencia­s importante­s al interior de la centroizqu­ierda, pero es posible explicitar un consenso fundamenta­l: los ciudadanos somos titulares de derechos y no simples oportunida­des de negocio. En esto debieran estar de acuerdo Sánchez, Goic, Guillier y MEO. Con un conjunto de ideas claras es posible todavía ganar y por último, en la eventualid­ad de que toque perder, evitar que la derrota electoral se transforme en bancarrota político-cultural.

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