Metro integrado
EL METRO sigue siendo un orgullo para Chile y es el transporte público preferido por los santiaguinos. Además, ha sido razón de grandes transformaciones urbanas, como fue en su momento la Nueva Providencia. Sin embargo, así como se ha innovado con la tarjeta BIP y con nuevo material rodante, poco se ha avanzado en la gestión más integral de los corredores de Metro. Teniendo la experiencia acumulada de implementaciones exitosas en lo que a se refiere a ingeniería, es momento de que el proyecto de la nueva Línea 7 marque definitivamente un antes y un después en lo que se refiere a una gestión integral de las líneas de Metro. Me refiero a que pongamos en práctica de una vez por todas las definiciones de la Política Nacional de Desarrollo Urbano, que nos señala la urgencia de contar con una planificación urbana in- tegrada y con inversiones públicas coordinadas e implementadas intersectorialmente. Un “Metro integrado” implica a la par de la ingeniería de la obra, readecuadar las condiciones de uso de suelo y normativa urbana en torno a las futuras estaciones, coordinar obras en el espacio público del entorno, revisar las normas de estacionamientos, etc. Esa visión integral es urgente.
Metro ha evolucionando en forma sostenida acorde a las necesidades de la ciudad. Muestra de ello es que, a pesar de tener serias restricciones en la cogestión público-privada de las estaciones y limitaciones a la posibilidad de generar mayores expropiaciones en torno a las estaciones, se las ha ingeniado para hacer cosas nuevas. Una muestra de ello fue la renovación integral de la otrora estación terminal Escuela Militar, hoy Subcentro, y también lo es la gestión de accesos directos a espacios públicos o semipúblicos promovidos por desarrollos privados, como lo que será la transformación de la Estación Tobalaba, en proceso. Metro tiene hoy un equipo profesional especialmente dedicado a establecer estos puentes hacia la gestión público privada de estas soluciones. Sin embargo, la empresa del ferrocarril urbano no puede controlar ni intervenir otros ámbitos claves para una política de movilidad exitosa.
Un experto canadiense comentaba que el mejor plan de transporte era un buen plan de usos de suelo y regulación urbana. Esta es una máximo transversal en la planificación integral de la ciudad. Si no unimos decisiones de transporte, con regulación del suelo y con inversión pública y privada, es difícil lograr buenos resultados, maximizando rentabilidad social y avanzando en calidad de vida.
La línea 7 de Metro presenta una oportunidad única para abordar el diseño de un corredor de transporte público que costará 70 millones de dólares el kilómetro, de una forma integrada e integral. No podemos darnos el lujo de instalar líneas de Metro en la ciudad que están reducidas a manejar variables de solución de ingeniería, dejando de lado la zonificación especial de usos y edificación en torno a estaciones, la inversión en espacios públicos de calidad y la implementación de proyectos con alianzas público-privadas que agregan valor a la movilidad y mejoran los entornos urbanos de las estaciones. La línea 7 es una oportunidad para poner la Política Urbana en movimiento.
La línea 7 presenta una oportunidad única de abordar el diseño de un corredor de transporte público de forma integrada e integral.