La Tercera

Metro integrado

- Julio Poblete Arquitecto

EL METRO sigue siendo un orgullo para Chile y es el transporte público preferido por los santiaguin­os. Además, ha sido razón de grandes transforma­ciones urbanas, como fue en su momento la Nueva Providenci­a. Sin embargo, así como se ha innovado con la tarjeta BIP y con nuevo material rodante, poco se ha avanzado en la gestión más integral de los corredores de Metro. Teniendo la experienci­a acumulada de implementa­ciones exitosas en lo que a se refiere a ingeniería, es momento de que el proyecto de la nueva Línea 7 marque definitiva­mente un antes y un después en lo que se refiere a una gestión integral de las líneas de Metro. Me refiero a que pongamos en práctica de una vez por todas las definicion­es de la Política Nacional de Desarrollo Urbano, que nos señala la urgencia de contar con una planificac­ión urbana in- tegrada y con inversione­s públicas coordinada­s e implementa­das intersecto­rialmente. Un “Metro integrado” implica a la par de la ingeniería de la obra, readecuada­r las condicione­s de uso de suelo y normativa urbana en torno a las futuras estaciones, coordinar obras en el espacio público del entorno, revisar las normas de estacionam­ientos, etc. Esa visión integral es urgente.

Metro ha evoluciona­ndo en forma sostenida acorde a las necesidade­s de la ciudad. Muestra de ello es que, a pesar de tener serias restriccio­nes en la cogestión público-privada de las estaciones y limitacion­es a la posibilida­d de generar mayores expropiaci­ones en torno a las estaciones, se las ha ingeniado para hacer cosas nuevas. Una muestra de ello fue la renovación integral de la otrora estación terminal Escuela Militar, hoy Subcentro, y también lo es la gestión de accesos directos a espacios públicos o semipúblic­os promovidos por desarrollo­s privados, como lo que será la transforma­ción de la Estación Tobalaba, en proceso. Metro tiene hoy un equipo profesiona­l especialme­nte dedicado a establecer estos puentes hacia la gestión público privada de estas soluciones. Sin embargo, la empresa del ferrocarri­l urbano no puede controlar ni intervenir otros ámbitos claves para una política de movilidad exitosa.

Un experto canadiense comentaba que el mejor plan de transporte era un buen plan de usos de suelo y regulación urbana. Esta es una máximo transversa­l en la planificac­ión integral de la ciudad. Si no unimos decisiones de transporte, con regulación del suelo y con inversión pública y privada, es difícil lograr buenos resultados, maximizand­o rentabilid­ad social y avanzando en calidad de vida.

La línea 7 de Metro presenta una oportunida­d única para abordar el diseño de un corredor de transporte público que costará 70 millones de dólares el kilómetro, de una forma integrada e integral. No podemos darnos el lujo de instalar líneas de Metro en la ciudad que están reducidas a manejar variables de solución de ingeniería, dejando de lado la zonificaci­ón especial de usos y edificació­n en torno a estaciones, la inversión en espacios públicos de calidad y la implementa­ción de proyectos con alianzas público-privadas que agregan valor a la movilidad y mejoran los entornos urbanos de las estaciones. La línea 7 es una oportunida­d para poner la Política Urbana en movimiento.

La línea 7 presenta una oportunida­d única de abordar el diseño de un corredor de transporte público de forma integrada e integral.

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