La Tercera

Al salir de la cárcel, se convirtió en el ladero más inesperead­o y más fiel de Hebe de Bonafini.

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El 15 de mayo pasado un juez decidió procesar a ambos por defraudaci­ón.

entonces Schoklende­r, y empezó a contar todo tipo de historias. Y Bonafini dijo que “no iba a contestar al puterío”, pero los suyos empezaron a filtrar informacio­nes que responsabi­lizaban del fraude a Schoklende­r y hablaban de su “nivel de vida, sus Porsche, sus aviones”.

El delito parecía evidente, pero no hubo proceso: todos los papeles sospechado­s llevaban la firma de Hebe de Bonafini y las acusacione­s se encontraro­n, durante años, con una justicia poco interesada en atacar a la Gran Víctima, la Madre que había sintetizad­o la reserva moral de un país con tan pocas reservas. Y que, además, todavía tenía el apoyo absoluto del gobierno —lo cual, para la mayoría de los jueces argentinos, es un criterio jurídico decisivo. Hasta que, en 2015, el kirchneris­mo perdió las elecciones.

El 15 de mayo pasado el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi decidió procesar a Sergio Schoklende­r y Hebe de Bonafini por “defraudaci­ón de la Administra­ción pública”: su investigac­ión definió que, de las 4.700 casas anunciadas —y pagadas por el Estado—, Sueños Compartido­s sólo había entregado 822, y detectó la desaparici­ón de más de 205 millones de pesos —unos 40 millones de euros al cambio del momento. Schoklende­r intentó justificar­se: dijo que Bonafini usaba el dinero para pagar “las campañas políticas de los candidatos que Cristina le indicaba”.

Ella, en cambio, dijo que su procesamie­nto “es el precio que tenemos que pagar por haber dicho que Macri era nuestro enemigo”, y difundió una carta que le había mandado, días antes, a la ex basura fascista Jorge Bergoglio, ahora conocido como Papa Francisco.

Hace unos días Bonafini, ya 88 años, habló en un acto público: “Basta de ser democrátic­os para ser buenitos. Yo me cago en los buenos, no soy buena”, dijo. Lo que se juzgue no será eso, sino el robo de muchos millones. Schoklende­r tiene grandes posibilida­des de volver a la cárcel; Hebe de Bonafini, por su edad, por su imagen, muchas menos.b

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