¿Es inevitable una guerra entre Estados Unidos y China?
Tucídides, un ateniense que vivió aproximadamente 400 años antes de Cristo (a. C.) fue un mal general y un buen historiador. Su Historia de la Guerra del Peloponeso, relata la conflagración que estalló entre Esparta y Atenas en el siglo V antes de Cristo. Muchos consideran este libro el primer intento de explicar hechos históricos recurriendo al análisis y a los datos y no a los designios de los dioses.
Basándose en su estudio de las causas que llevaron a Atenas y Esparta a la guerra, Tucídides mantiene que es difícil que una potencia en pleno auge, en ese caso Atenas, coexista pacíficamente con la potencia dominante, que en ese caso era Esparta. Graham Allison, profesor de la universidad de Harvard, ha popularizado este concepto llamándolo “la trampa de Tucídides”. Allison estudió 16 situaciones ocurridas en los últimos 500 años en las cuales surge una nación con la capacidad de competir con éxito con la potencia dominante. En 12 de estos 16 casos el resultado fue la guerra.
Todo esto tiene profundas implicaciones para nuestro tiempo y ese es el tema del reciente libro de Allison: Destinados a la guerra: ¿Pueden América y China evitar la trampa de Tucídides? Según él, “de continuar el rumbo actual, el estallido de una guerra entre los dos países en las próximas décadas no solo es posible, sino mucho más probable de lo que se piensa”.
El libro del profesor Allison no es el único que alerta sobre las consecuencias del auge del Oriente y el declive de Occidente. Gideon Rachman, periodista de Financial Times ha escrito un libro titulado Easternization, refiriéndose a la orientalización del mundo. Su mensaje central es que está llegando a su fin la ascendencia internacional que han tenido por varios siglos las potencias occidentales, concretamente EE UU y Europa. Según Rachman el centro de gravedad del poder mundial residirá en Asia y, más concretamente, en China. A Bill Emmot, ex editor de The Economist, también le preocupa el destino de Occidente y así titula su nuevo libro. Según Emmott, “Occidente es la idea política más exitosa” y aclara que no es un lugar sino una serie de conceptos, valores y condiciones sociales y políticas guiadas por la preservación de la libertad individual, la apertura económica y la búsqueda de igualdad y justicia para todos.
Naturalmente, el aumento de la desigualdad económica que es- los problemas que plagan a ese país. A pesar de su acelerada expansión, la economía china es frágil y está llena de desajustes y distorsiones. La desigualdad económica se ha disparado y en las zonas rurales persiste una generalizada miseria. Militarmente, China sigue estando muy por detrás de Estados Unidos, país que además tiene una amplia red de aliados en Asia que ven a China con temor.
Pero quizás la objeción más importante a la visión de una China convertida en líder del mundo es que su modelo autocrático es cada día menos seductor y difícil de sostener. Mantener a cientos de millones de personas subyugadas a los designios de un dictador es una ruta que en estos tiempos conduce a la inestabilidad política. Y un país políticamente inestable no es un buen candidato para prevalecer en las conflagraciones que pronosticó Tucídides.
Analista del Carnegie Endowment