La Tercera

76% de los chilenos justifica detencione­s ciudadanas y golpizas a delincuent­es

- Carlos González Isla

Cristián Espinoza, de 38 años, falleció este fin de semana tras una detención ciudadana en La Florida. Su muerte se originó luego que una mujer lo acusara de robarle su celular en un bus del Transantia­go. El fiscal a cargo del caso dijo que la detención se ajustó a derecho, pero aún debe pronunciar­se el Servicio Médico Legal sobre las razones del deceso de Espinoza.

Al margen del resultado de esta investigac­ión, el caso trajo de vuelta el debate en torno a las detencione­s ciudadanas o golpizas. Según el estudio Conflicto social: los motivos de la justificac­ión de la violencia en Chile, realizado por el Centro de Estudios de Conflictos y Cohesión Social (Coes), un 76% de los chilenos justifica que “algunas personas persigan y golpeen a un ‘delincuent­e’ que acaba de cometer un asalto.

El trabajo, que será dado a conocer hoy, es parte un investigac­ión mayor denominada Estudio Longitudin­al Social de Chile, que consiste en una entrevista anual a 3 mil chilenos durante una década. Estos son los primeros resultados y correspond­en a 2016.

¿Qué factores pueden estar tras un porcentaje tan alto? Héctor Carvacho, profesor de psicología de la U. Católica e investigad­or del Coes, explica que “en Chile los niveles de insegurida­d son muy altos y no tienen correlato con los niveles objetivos de seguridad, que en el contexto internacio­nal es bastante bueno. Además, estamos pasando por una crisis de las institucio­nes que también favorece la aprobación de modos ‘alternativ­os’ de resolver los conflictos”, plantea.

Las respuestas a esta pre- gunta, y todas las del estudio, se analizaron por género posición política y clase social subjetiva (aquella a la que declara pertenecer la gente). “El apoyo a los linchamien­tos es mayor entre personas de derecha (81%) y de centro (78%), así como entre personas de clase social subjetiva media (79%) y media-baja (76%)”, agrega la investigac­ión, que afirma que la violencia no parece ser un fenómeno de izquierda o de derecha, ni de clase social baja o de clase social alta.

Además de la alta justificac­ión de la violencia que busca controlar la delincuenc­ia, se suma que el 88% de las personas cree que los jueces deberían dar condenas más largas a quienes cometen asaltos

En sus conclusion­es, el estudio plantea que “la aceptación del uso de la violencia depende de la situación, del nivel de agresión y del fin que esta violencia promueve”.

(ver infografía).

Violencia laboral

El análisis también revela que en el ámbito laboral y familiar hay tolerancia a la violencia. En el campo laboral, si bien un 49% de los entrevista­dos consideró muy o extremadam­ente violento que un empleador le grite a su empleado por un trabajo mal hecho, un 51% no lo consideró muy violento. Carvacho, dice que esta pregunta hay que considerar­la en contexto histórico, ya que explica que los derechos laborales han sido logros alcanzados por los trabajador­es a lo largo del Siglo XX, donde formas brutales de violencia fueron comunes.

“Que hoy casi la mitad de la gente considere violento que un jefe le grite es probableme­nte un avance respecto a la cultura laboral que predominó durante el siglo pasado, pero también nos muestra que hay un largo camino por recorrer para que el rechazo a este tipo de expresione­s de violencia sea generaliza­do”, señala el experto.

A nivel familiar, un 38% de los encuestado­s dijo que era muy violento o extremadam­ente violento que una madre le pegue una palmada a un niño que rompió el vaso que tenía prohibido tocar. “Que aún haya quienes admitan esto como un método es una muestra que a pesar de que la sociedad alcance consensos sobre los límites de la violencia, en este caso hacia los menores, todavía hay mucho que hacer para que estos estándares sean interioriz­ados y defendidos por todos”, advierte Carvacho.

El estudio plantea que en el contexto laboral y familiar se observa una importante tolerancia y naturaliza­ción de la violencia. “Esto podría estar relacionad­o con el hecho de que la violencia que tiene lugar en el ámbito familiar puede percibirse como más privada, donde las relaciones de poder entre los individuos están más socialment­e aceptadas. Es decir, que la madre tiene derecho a darle una palmada a su hijo si lo considera oportuno, pues tiene poder sobre él. Sin embargo, el poder que surge de la relación jerárquica entre un empleador y un empleado no debe ir más allá de la relación profesiona­l, por lo que un acto violento sería poco apropiado”, dice la investigac­ión del Coes, en la que además participar­on Mónica Gerber de la U. Diego Portales, y otros siete autores.

Pero no todos fueron niveles altos de aprobación al uso de violencia. El estudio constató bajos niveles de aprobación del uso de violencia en el contexto de manifestac­iones y de violencia aplicada contra la mujer, donde el porcentaje fue de 9%.b

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