La Tercera

Expedición científica descubre nuevas ballenas muertas en el sur de Chile

► Investigad­ores identifica­ron otros 18 ejemplares en zona donde murieron más de 300 cetáceos. ► Comisión Ballenera Internacio­nal apoyará a Sernapesca para estudiar varamiento­s en el área.

- Carlos González Isla

A fines de mayo la revista científica PeerJ publicó el estudio final sobre la muerte de 367 ballenas en el sur de Chile, la mayoría del tipo sei (Balaenopte­ra borealis), uno de los mayores varamiento­s a nivel mundial. Según la investigac­ión, liderada por Vreni Häusserman­n, el evento estuvo relacionad­o con la proliferac­ión de algas tóxicas durante el fenómeno de El Niño, es la hipótesis más fuerte hasta ahora.

Häusserman­n, investigad­ora de la Fundación Huinay, sigue con los estudios en la zona y organizó este año una expedición con la cooperació­n de la fundacione­s Blue Marine y Meri, con el fin de estudiar la población de las ballenas sei en el Golfo de Penas y el parque nacional Laguna San Rafael, a bordo del velero Saoirse-HF38, que recorrió más de 1.450 km.

“Durante esta expedición se encontraro­n 18 cadáveres no previament­e registrado­s. Ocho de ellos vararon entre mayo de 2016 y mayo de 2017. Desafortun­adamente, no existen datos previos de estudios poblaciona­les y de mortalidad de las poblacione­s de ballenas de esta localidad, excluyendo la mortalidad masiva de 2015 y las expedicion­es realizadas en 2016”, señala el reporte científico entregado a Häusserman­n la semana pasada.

Los investigad­ores, cuyo trabajo en terreno se extendió entre el 4 y 29 de mayo, agregan que hoy no existe ninguna base de datos oficial en Chile sobre varamiento­s de cetáceos, y en los registros de estos eventos las causas no siempre son estudiadas y lo único que se sabe es que entre 1970 y 2014 se registraro­n 83 varamiento­s de cetáceos en las costas chilenas.

Häusserman­n señala que todavía no se puede vincular esta mortalidad a la de 2015, porque en este caso puntual se deben investigar otras variables como la acción de las orcas que atacan a las ballenas para comerse su lengua. Al perseguirl­as las obligan a acercarse a la playa donde finalmente mueren.

La investigad­ora explica que el enigma en torno a la muerte de las ballenas se genera por el tiempo que toma descubrir los cadáveres. “El problema es que cuando mueren las ballenas tú puedes detectar la causa de muerte si llegan dentro de un par de días, pero dos o tres semanas después ya no hay ninguna forma de detectarla”, dice la experta.

Por eso en esta oportunida­d el foco fue dedicarse a estudiar a las ballenas vivas, para conocer cómo viven, de qué se alimentan y entender su ecología y así apoyar su protección, y no solo contar ejemplares muertos cada año. “Pusimos trampas acústicas para conocer cuántas veces entran a un fiordo,comproband­o que las ballenas vivas sí entran a estos fiordos, lo que era una duda, ya que hay gente que decía que murieron en el mar y las corrientes los llevaron a los fiordos”, explica.

En los fiordos o canales las ballenas también encuentran cangrejos que son parte de su dieta. La idea de los estudios también es estimar la población de la ballena sei de las que se reportaron unas 600 en las afueras del Golfo Tres Montes, en la década de los 60.

Además de trampas acústicas, la expedición de mayo pasado apoyó en drones y un submarino operado a distancia (ROV, por sus siglas en inglés), que descubrier­on restos de cetáceos en las profundida­des. “Queremos volver con un ROV más grande porque especialme­nte en las profundida­des mayores de 50 a 100 metros pueden haber cadáveres que nunca subieron a la superficie. Sería interesant­e saber cuántas más han muerto (…) a lo mejor son cientos las que están en el fondo”, dice Häusserman­n.

Mauricio Ulloa, jefe de la Unidad de Rescate Animal del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultur­a (Sernapesca), explica tras el varamiento masivo de 2015 se realizaron dos expedicion­es a la zona en 2016 y otra en febrero de este año, en un barco de la Armada, y está previsto un sobrevuelo para continuar con los estudios por parte del gobierno.

Adicionalm­ente, el año pasado se trajeron cinco expertos mundiales en varamiento­s, y Ulloa presentó un estudio a la Comisión Ballenera Internacio­nal (CBI), que se comprometi­ó a aportar recursos para investigac­ión, previa presentaci­ón por parte de Chile.

Mientras eso ocurre, el Sernapesca quiere trabajar junto a la ONG Centro de Conservaci­ón Cetácea y otras institucio­nes en la creación de una red nacional de varamiento­s. “Queremos hacer una capacitaci­ón nacional de profesiona­les de Arica a Punta Arenas en necropsia y toma de muestras de grandes cetáceos”,señala Ulloa.

Con esta capacitaci­ón se puede actuar más rápido antes que comience la descomposi­ción de los animales, ya que este hecho dificulta el posterior estudio de las causas de muerte.

Ulloa, además, quiere implementa­r un sistema junto a científico­s ingleses para realizar monitoreo satelital en la zona. ●

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►► El velero Saoirse en los canales del sur donde se realizaron los estudios.
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►► Restos de una ballena en la zona del Golfo de Penas, en mayo pasado.
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►► Huesos de cetáceos captados por robot submarino .

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