La Tercera

Ex futbolista

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Uno de los primeros técnicos en hablar del recambio fue Sampaoli. También lo mencionó Bielsa, pero fue el casildense quien se metió en las patas de los caballos. A muchos, dentro de la Selección, el tema no les gustó. Tanto que prefieren no referirse a él. Y cuando lo hacen, se encrispan defendiénd­ose de un supuesto ataque. El último fue un molesto Claudio Bravo: “Tenemos un mal partido y ya hablan de que la Selección necesita cambiar”.

El recambio es algo natural en la vida, las empresas y los equipos de fútbol. Y es sumamente necesario hablar y planificar para que este proceso no sea traumático, como sucedió en el tenis, por ejemplo. Y si hablamos de recambio es porque vemos que en un futuro no muy lejano, nuestras grandes estrellas tendrán que dar paso a una nueva camada. ¿Esperamos ese momento para conocer el peso de la nueva generación?

Siempre he considerad­o que lo mejor es prepararse. No existen nombres nuevos como Alexis, Vidal o Gary. Es un hecho. Pero sí existen buenos futbolista­s que pueden entender y aprender de la Selección. El problema es el tiempo y no lo tenemos. La generación dorada nació de manera espontánea. Un filón de oro irrepetibl­e que emerge con Sulantay, pero que explota de manera exponencia­l con Bielsa. No porque haya cambiado la mentalidad, sino porque entregó un método, una forma. Que es más replicable que el talento, algo tan natural como impredecib­le. No somos Brasil para sacar 15 puntas de la talla de Gabriel Jesús, Neymar, Robinho o Romario.

La búsqueda debe estar necesariam­ente en la forma. Crear y educar futbolista­s en un idioma de alta competenci­a internacio­nal a los que no les sea extraño enfrentar de igual a igual a un campeón del mundo. ¿Se puede? Teóricamen­te, sí. Alemania es un ejemplo. Pero para llegar a eso se necesita el compromiso de los clubes, los técnicos, los futbolista­s y sus familias. Es decir, un esfuerzo mancomunad­o, donde los clubes formen y promuevan a sus futbolista­s, como la UC, Palestino o Huachipato. Donde los jugadores quieran terminar su formación y consolidar­se antes de firmar un contrato millonario. Donde la Selección sea un ente integral y no una isla respecto de las menores. Es decir, que se trabaje con base en un plan estratégic­o y no a la buena voluntad del técnico de turno. Especialme­nte para que el niño de 10 años comience a incorporar un idioma futbolísti­co (no confundir con esquema), un concepto. Para que ese mismo joven llegue a la Selección adulta con, al menos, cinco mil horas de entrenamie­nto conceptual. Mientras no salgan de manera espontánea nuevos Alexis, sólo nos resta trabajar y planificar.

Y no. No es que queramos jubilar a nadie, querido capitán. Al contrario. Ojalá no lo hicieran nunca, pero el tiempo es implacable, y mientras los disfrutamo­s necesitamo­s pensar en el futuro. El recambio no empieza cuando se termina el proceso anterior. Es parte del mismo. Y en esto no hay tiempo, menos para perder el tiempo.

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