Matrimonio igualitario y adopción de hijos
No es adecuado que un tema de esta envergadura sea discutido en medio de una agenda ya sobrecargada y al calor de la contienda electoral.
Faltando escasos meses para que finalice el gobierno, la administración de la Presidenta Bachelet se prepara para enviar a tramitación legislativa un proyecto de matrimonio igualitario, que además contemplará la adopción homoparental. Se trata de un paso que da forma a los compromisos suscritos en el programa de gobierno de la Nueva Mayoría, en el cual se proponía un debate abierto, con participación amplia -algo que en los hechos no parece haber ocurrido-, para la elaboración y posterior envío de un proyecto de esta naturaleza.
El debate en torno al matrimonio igualitario -como asimismo la adopción homoparental- ha sido motivo de álgidas discusiones en cada uno de los países donde ha sido abordado, y no podría esperarse que en Chile sea distinto. Estados Unidos lo aprobó recién en 2015 -tras un reñido fallo de la Corte Suprema-, en tanto el Parlamento Federal de Alemania lo ha consagrado a fines de junio, lo que generó divisiones en la propia coalición gobernante. Actualmente son solo 23 los países que han legalizado el matrimonio de personas del mismo sexo, y varios discuten avanzar hacia esta legislación, lo que da cuenta de que es un debate muy actual, pero no exento de complejidades.
Es bienvenido que en el país se pueda abrir la discusión sobre el matrimonio igualitario, y las distintas visiones en juego tengan la posibilidad de confrontarse públicamente, de modo que cualquier decisión que el país adopte sea ampliamente informada y debatida. Por lo demás, es un hecho que los temas valóricos despiertan especial interés -tal como se acaba de verificar en el proyecto que despenalizó el aborto en tres causales-, pero por lo mismo es indispensable que para abordar una materia que toca sensibilidades muy profundas exista el tiempo suficiente para su estudio y debate.
A la luz de lo anterior resulta lamentable -además de inconsistente si es que era una prioridad- que el gobierno haya escogido abrir este debate al final de su período, coincidiendo con una agenda legislativa ya sobrecargada de reformas estructurales -nueva Constitución, cambio al sistema previsional, nueva ley de inmigración, gratuidad y educación superior, por mencionar solo algunas- y cuando el país está entrando en un álgido clima electoral. Lo menos que se necesita es una nueva reforma improvisada, sin el debido debate, y sobre todo en un asunto que toca elementos esenciales de la noción de familia, la afectividad y los derechos de los menores.
Aun cuando el matrimonio igualitario ciertamente despierta interés -muchos chilenos de hecho se han abierto a su aprobación-, dicho tema no figura entre las prioridades inmediatas que demanda la sociedad, y por ello no hay razón para apurar artificialmente este debate, que no sea el aparente interés de aparecer cumpliendo formalmente con un compromiso electoral. El Acuerdo de Unión Civil brindó una razonable solución a los derechos patrimoniales de aquellas convivencias no matrimoniales, por lo que pasar a un siguiente estadio como el matrimonio igualitario y la adopción de hijos debe analizarse en su propio mérito. En ese sentido, sería preferible que este debate lo aborde la próxima legislatura -habrá de hecho un Congreso renovado-, con la debida calma y sin la presión actual.
La comunidad musulmana frente a ataques terroristas