CATALUÑA Y ESPAÑA
SEÑOR DIRECTOR
No es casualidad que los últimos días en España se haya vuelto a hablar de república y de independencia en una de sus comunidades, conceptos que no son inocuos en el debate público peninsular. Por otra parte, reaparecen en la discusión los nombres de algunos personajes olvidados de la trágica década de 1930. No han faltado los poco creativos que han traído a la palestra al mismísimo Franco. Sin embargo, es evidente que el problema –si bien tiene raíces históricas- es actual y se proyecta hacia el futuro. El gobierno de Cataluña declaró su independencia, pero rápidamente suspendió sus efectos. ¿Qué quiere decir la Generalitat? La propuesta ha sido deliberadamente ambigua y por eso el Presidente Mariano Rajoy ha pedido explicaciones, para dar mayor claridad a la población y sustento a sus resoluciones.
Sin embargo, si hace un año nadie proyectaba que estaríamos viviendo esta situación, también hoy resulta difícil saber qué pasará en 12 meses. La petición de plazos, las marchas multitudinarias de lado y lado, las amenazas abiertas o veladas, son parte de un juego de desgaste y estrategia, cuyas expresiones más peligrosas todavía no han aparecido.
El problema español es multicausal: político, constitucional, legal, histórico, conceptual. Desde hace unos días se ha vuelto también europeo y ha irrumpido incluso la fuerza. Puigdemont ha suspendido sin plazo su declaración de independencia, mientras Rajoy ha dado cinco días al líder catalán para contestar el requerimiento de explicaciones. Serán días de tensión, con resultados imprevisibles que esperamos no sigan empeorando la convivencia en España.
Alejandro San Francisco