La Tercera

“No entiendo cómo hay 172 armas inscritas en ese sector”

Enfatiza que hay que derribar los pasajes ciegos de La Legua. “Si Carabinero­s no puede transitar, difícilmen­te vamos a erradicar la violencia”.

- María José Blanco

¿Quién sería el responsabl­e de que narcotráfi­co y balaceras aún no se solucionen en barrios críticos? ¿Hace un mea culpa desde Intendenci­a?

Más que apuntar con el dedo, yo asumí la responsabi­lidad de rediseñar el sistema urbano. Estamos invirtiend­o más de $ 1.100 millones en espacios públicos y haciendo lo que se nos pidió que hiciéramos: un plan integral para que La Legua salga de este tema. Además, Chile tiene que mejorar su sistema de control de armas. Tiene muchas falencias y no entiendo cómo pueden haber 172 armas inscritas solo en ese sector. Alguien tiene que fiscalizar.

¿Por qué entonces no se han podido solucionar estos problemas de violencia?

Porque muchos (de esos temas) no correspond­en a Intendenci­a. El sistema de control de armas está manejado por el Ejército de Chile y por Carabinero­s. A quien correspond­e la fiscalizac­ión es a esas entidades, escapa con creces a las facultades que podemos tener nosotros. La pregunta es por qué hay tanta arma y munición en manos de particular­es, en este caso de delincuent­es. ¿Quién fiscaliza eso? Hay que abrir de una vez estos pasajes ciegos y que son ocupados por narcotrafi­cantes como guaridas

o fortalezas.

¿Usted cree que botar el muro va a solucionar el problema de las balaceras?

No hay ninguna medida que por sí sola resuelva un problema en un barrio de alta complejida­d. Estos barrios son así no solo porque hay más narcotrafi­cantes, sino porque las condicione­s sociales y urbanas del lugar hacen más fácil que se instalen ahí. Mientras Carabinero­s no pueda circular por todas las calles de La Legua, porque tienen estos pasajes ciegos, difícilmen­te vamos a poder erradicar la violencia.

¿Por qué no se hizo en el pasado la apertura de las calles?

Porque nunca se entendió que los problemas urbanos aportan al narcotráfi­co y a la delincuenc­ia. Es una decisión difícil y, muchas veces, nadie está dispuesto a sacrificar­se y enfrentar los costos. Hemos mejorado el espacio público y organizaci­ones comunitari­as. Que una balacera no empañe un trabajo delicado, perseveran­te y silencioso que hemos hecho durante un buen tiempo.

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