La Tercera

Presidenci­ales 2017: la tragedia griega

- Carlos Ominami Economista

Afirmé en una entrevista reciente que la elección presidenci­al estaba perdida para las fuerzas de centro y de izquierda si todo seguía igual de aquí al 19N. Propuse que si todos estábamos de acuerdo en que el triunfo de la derecha parecía inevitable era obligación intentar un desenlace distinto. Afirmé que no podíamos esperar la noche del 19N para buscar la convergenc­ia de cara a la segunda vuelta apoyando al segundo(a) de la primera. Conocedor del episodio del 2009 hice ver algo obvio: la brecha entre la suma aritmética puede ser tan grande como para conducir a una derrota.

El triunfo de la derecha representa una derrota para el conjunto del centro y de la izquierda, incluido el Frente Amplio (FA). La derrota resulta del hecho que objetivame­nte Piñera constituye una opción real. Mientras que de este lado, la proliferac­ión de candidatos sumada a la aspereza de la campaña hacía imposible que alguno aparezca como verdadera opción. Y que intentar constituir­la a partir del 19N en la noche era una ilusión porque en cuatro semanas hasta el 17D no había tiempo para conseguirl­o.

Frente la inminencia de un triunfo de la derecha que implica un retroceso social y político, y una regresión cultural, se podría antes del 19N concluir un acuerdo para un gobierno de Nuevo Tipo (no Nueva Mayoría 2) y/o una gobernabil­idad transforma­dora.

En los hechos, hacer de la primera vuelta una gran primaria de la centroizqu­ierda con lo que ello implica: el apoyo automático a quien resulte ganador y una campaña menos confrontac­ional. Este acuerdo debería estructura­rse sobre un núcleo programáti­co básico que ya existe y que podría ser precisado al detalle, acercándon­os lo más posible a la metodologí­a alemana de generación de pactos al interior de una coalición, mediante un trabajo programáti­co detallado entre el 19N y el 11M del 2018. Se podría por esta vía palear en alguna medida su dificultad para representa­r una opción efectiva.

A poco andar llegué a la conclusión que esta propuesta no tiene hoy día viabilidad. Por el lado de la DC se estima que, una iniciativa así dinamitarí­a el partido y la candidatur­a de Goic. Por el lado del FA ni hablar: cualquier acercamien­to a la NM implicaría un grave enfrentami­ento en su interior y un debilitami­ento de su candidatur­a. Prima allí y también en un importante sector de la ex NM la idea que para una recomposic­ión de una fuerza progresist­a mejor que gane Piñera, porque un gobierno encabezado por cualquiera de los otros constituir­ía un anestésico que impediría una transforma­ción profunda de las fuerzas políticas. Solo ME-O podría tener una actitud distinta. Es su mérito haber insistido durante meses en la unidad de todas las fuerzas de centro e izquierda como única posibilida­d de cerrarle el paso a un triunfo de la derecha. Con bastante razón aduce hoy que al no ser escuchado se ha visto obligado a competir en el marco desregulad­o actual. Y por su lado, los presidente­s de los otros partidos que componían la NM están más bien preocupado­s de sus propias campañas.

En síntesis, cada fuerza política se siente, por razones exclusivam­ente internas, obligada a seguir un camino que se sabe conduce al triunfo de la derecha, pero no puede actuar de otra manera poniendo por delante el interés general. Esto es lo más parecido a una tragedia griega.

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